Nicolás Raveau, activista Detrans Chile: “Plantearía evitar el uso del adjetivo trans antes de los 18 años”

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Nicolás Raveau es un activista que sabe por experiencia propia lo que es transicionar y destransicionar. Su posición es clara sobre los tratamientos hormonales y los bloqueadores puberales: no deben emplearse en menores de edad. Dentro de su trayectoria destaca su participación en distintas fundaciones que han velado por la comunidad trans en Chile. Hoy, con el tema en el ojo público, entrega su visión acerca del PAIG, transición en menores de edad y el rol del activismo en la misma materia.


Por Álvaro Marchant

En abril de este año la doctora Hilary Cass, en el Reino Unido, publicó un informe cuyo objetivo fue evaluar la evidencia científica del enfoque clínico y terapéutico de niñas, niños y adolescentes (NNA) con disforia de género.

Los resultados de la revisión encendieron el debate acerca de los tratamientos hormonales y los bloqueadores puberales, y es que tanto las organizaciones que están a favor como las que se contraponen a estos tratamientos, han puesto sobre la mesa diferentes interpretaciones del trabajo de la Dra. Cass. 

La situación no es desconocida en Chile, sin embargo, luego de un reportaje de Radio Biobío, la conversación se masificó. Tal fue el impacto, que el Ministerio de Salud ordenó que no se comenzaran nuevos tratamientos hormonales hasta que publicaran nuevos lineamientos técnicos. 

Quien se ha mostrado crítico -tanto de los tratamientos hormonales como del Programa de Apoyo a la Identidad de Género (PAIG)-, es Nicolás Raveau. Dentro de su trayectoria en el tema, destaca su paso por Fundación Transitar (2015-2018) y de dirigir Acción Travesti en Calle entre 2017 y 2021. Actualmente es activista e investigador en Detrans Chile y cuenta con columnas de opinión en Ciper.

Raveau ha transicionado y destransicionado en al menos dos ocasiones, razón que le ha permitido tener una opinión “vehemente”, como él mismo la define, acerca de los tratamientos afirmativos. En en conversación con Fast Check CL, Nicolás Raveau, cuenta su visión del PAIG y de todo lo que ronda la discusión acerca de este tipo de tratamientos. 

“Yo, personalmente, no me arrepiento de haber hecho una transición”

Primero quería preguntarte y que me contaras un poco de tu experiencia en lo que fue transicionar y luego destransicionar. 

Si tú me preguntas en general sobre la transición y la destransición, lo básico que yo te podría decir es que muchas veces se habla desde la idea de arrepentimiento de quienes destransicionamos y yo te diría que destransicionar, en mi situación y en un buen número de situaciones que he escuchado también, se trata de procesos de reflexión y no necesariamente de un arrepentimiento. Para mí, destransicionar significa simplemente abandonar la identificación trans.

Yo, personalmente, no me arrepiento de haber hecho una transición. Para mí, dentro de mi historia, es uno de los eslabones que encontré para ir dándole curso a ciertas problemáticas de vida. Entonces yo recojo ese periodo, que en mi caso tiene mucho que ver con un trabajo intenso en el movimiento social, más allá de lo personal.

A nivel personal me hormoné, me operé y logré en un momento también transformar, digamos, mi aspecto hasta un punto en donde yo me sentí bien conforme y contento con ese proceso. Pero, al final, siento que abandoné la transición porque no daba respuesta a algunas de las problemáticas más profundas que yo sentía que había que solucionar.

¿Cuál fue el hecho que marcó esta coyuntura y te motivó a destransicionar?

Yo entiendo, obviamente, que hay transiciones que no implican esos procesos medicalizantes, pero para mí, el camino era de esa forma. Transformé mi cuerpo, pero en mi interior sentía que no había una respuesta de bienestar psicológico o emocional.

Esa tristeza, que encapsulaba desde la niñez, esa soledad; yo era un niño muy solo y nunca pude trabajar en eso. Si bien me desarrollé en muchas áreas, esa tristeza quedó dentro mío latente. A los 35 años, cuando yo transicioné, encontré que la respuesta a esta pena, que volvió después de décadas guardadas,  se relacionaba a que era un niño afeminado, miraba a las niñas como un espacio de libertad, entonces ahí descubrí lo trans y dije: “bueno, a lo mejor mi respuesta y la solución está en hacer una transición”, y así partí yo mi transición.

Pero, pasados los años del 2015 al 2019, dije: “sigo sintiendo esto, no encuentro que se haya solucionado, y parece que no se va a solucionar tampoco a punta de operaciones”.

En este periodo en que empezaste a transicionar, ¿hubo algún beneficio en términos de salud mental? ¿te sentías más tranquilo?

Cuando empecé a transicionar, los primeros meses fueron de una felicidad y una solución de todo maravillosa. Hay personas que hablan de eso como una especie de placebo que después de unos meses baja. Yo creo que no se trata de mantenerse siempre en un top, sino que de encontrar una vía abierta, también reposada quizás, como un horizonte amplio.

—¿En medio de este proceso que viviste partió tu apoyo a este tema de la terapia exploratoria o venías pensándolo de antes? 

Yo armé Transitar en el año 2015, que fue la primera organización más pública que apoyó a familias de niños jóvenes que se identifican trans, creo que fue la primera conocida en Chile. Esto lo menciono porque desde ese tiempo mi propuesta fue no aconsejar el uso de hormonas en adolescentes.

Entonces, respecto a la hormona en particular, yo mantengo la posición histórica de siempre, que es no aconsejar hormonal a menores de edad. Eso nos ponía en problemas en Transitar con otras organizaciones trans.

“A mí me parece que lo que es violento y agresivo es decir que cualquier crítica a un modelo de salud es fake news”

¿Sientes que motivar la terapia afirmativa está, de cierto modo, motivada por fines económicos y políticos?

Evidentemente tiene que ver con intereses económicos y políticos. O sea, es ver quiénes son los nombres, cuáles son los vínculos. O sea, unos operan, otros capacitan.

Es cosa de ver cómo han subido los montos de financiamiento nacional e internacional o de donaciones. Hay que ver el lugar de poder que tiene Fundación Iguales que históricamente, varios de ellos, no todos, pero muchos de ellos de estas grandes organizaciones han entorpecido también el trabajo de organizaciones más localizadas en ciertos espacios o territorios.

Algunos, me imagino, creerán que el modelo es positivo por razones altruistas pero veo muy presente el factor poder, influencia, dinero, y eso me preocupa. Esto sumado a una carencia de investigación y más que eso, a una carencia de disposición a poder tener un debate.

Leí a la contraparte y calificaban tu discurso como conservador y violento. ¿Qué respuesta das a esas afirmaciones? 

Creo que el discurso puede ser vehemente, puede ser enfático también, eso no quiere decir que sea violento. A mí me parece que lo que es violento y agresivo es decir que cualquier crítica a un modelo de salud es fake news. Decir que se busca el exterminio trans.

Existe una barra brava de activistas, por ejemplo, embajadores de (Fundación) Iguales. Hay un psicólogo y persona de la diversidad que se llama Simón de la Costa, o Alexa Soto, que es una activista trans, que conocí personalmente hace años, y era una persona dialogable. Pero, hoy, representan a una gran organización y aparecen diciendo que esto es discurso de odio y que son solamente videos descontextualizados y fake news.

Pienso que se ha pasado a una institucionalización de lo trans y el activismo ha tenido mucha responsabilidad en eso, en apegarse a esa lectura y a un cierto lugar de poder. Eso ha sido muy nocivo. Aunque no me gusta que nos presentemos en dos bandos, como los afirmativos versus los no afirmativos. Creo que hay que tener una conversación más inteligente, un poco más afectiva.

—¿Planteas que el PAIG debería ser más integral y no solamente orientarlo a lo medicinal, a lo científico?

El PAIG es un programa mal hecho de comienzo a fin. El PAIG es un programa retrógrado, eso es lo ultraconservador. Quizás no entrega las hormonas en la mano, pero te deriva a eso. La conversación que plantea el PAIG es muy irresponsable respecto a la familia. Por supuesto que hay muchos padres que no están bien enterados de un montón de cosas o no están actualizados, pero otra cosa es decir que los padres son resistentes y que el Estado deba intervenir entre medio.

El PAIG es algo que hay que rehacer completo. Es un programa atrasado. Es la reproducción de lo que es el WPATH norteamericano de ahora, no hay ninguna diferencia.

Mi cuestionamiento también es que Salud Trans para Chile y PAIG, por ejemplo, son clasistas. Son clasistas porque no figuran en los espacios transmarginales históricos. No figuran en escenarios de necesidad, no solo de situación de calle, sino de marginalidad trans, que hay bastante.

Por otro lado, el PAIG es solamente para la gente que puede pagar salud pública. La gente que puede pagar salud privada se puede “librar” del PAIG. En la salud pública terminan cayendo los padres o las familias que no tienen mayores recursos, y se ven obligados al PAIG, obligados a seguir un modelo cerrado, no una serie de alternativas. 

“Pero a lo que voy es que no se te fuerce a un camino”

¿Qué pasaría en los casos de infancia trans, donde los niños sí están seguros de que quieren transicionar y quieren aplicar estos medicamentos?

Creo que un menor de edad no es capaz de tomar la decisión de hacer un cambio tan drástico a nivel físico permanente. Pienso que eso no corresponde, porque no ha terminado de desarrollar su cuerpo para empezar.

Hay otras maneras en que puedes ser diferente o expresar tu identidad o tu género, como le queramos llamar, que no necesariamente pase por este proceso de medicalización a temprana edad. Si promovemos o compartimos otras opciones a nivel salud, educativo y cultural, esas cosas también van a empezar a hacer efecto.

Plantearía evitar el uso del adjetivo trans antes de los 18 años, por cómo es actualmente ese contexto. Por las comorbilidades que hay, por la mala salud que se está ofreciendo, por lo acelerado de los procesos. Intentaría dar un espacio en salud, educación y cultura en donde realmente haya espacio para vivir sin etiquetas a temprana edad.

O sea, ¿está mal que una persona joven utilice el adjetivo de trans? 

No, no es que esté mal, yo no lo planteo en esos términos. Pero revisando el contexto, creo que podría ser apurado.

¿Cuál es la necesidad de decir “soy trans” a esta edad? ¿Por qué no se puede esperar un poco de tiempo? Claro, si tú retiras el modelo afirmativo y sacas las hormonas, a lo mejor podrías decirlo a los 15, pero el contexto actual de salud afirmativa, de cómo se propone, me parece que es nocivo. Todo lo que se está proponiendo, el PAIG para mí no tiene vuelta por ningún lado.

— A partir de lo que me comentas, ¿no caemos en una falta de libertades si quitamos la posibilidad de que los jóvenes se denominen trans? 

Sí, entiendo eso, y estoy de acuerdo con eso. Pero a lo que voy es que no se te fuerce a un camino. Que no se reduzca para tu familia a un puro modelo atencional, que las hormonas no estén a la vuelta de la esquina. 

“Hay que incorporar a los destransicionados a la salud pública”

¿Cómo evalúas las acciones de la autoridades respecto a este tema? 

Mal, porque de partida quienes dimos a conocer esta problemática tuvimos mucha dificultad para acceder al gobierno. Hicimos intentos para conversar con distinta gente, con la Defensoría de la Niñez, con el Minsal, e incluso con parlamentarios.

Sin embargo, nos empezaron a escuchar solo después del reportaje de Biobío. En la Universidad Católica hay gente que planteó los problemas que se estaban teniendo ya en salud privada mucho antes, hace un año y medio, dos años.

Entonces, ¿las reacciones a qué? ¿Al escándalo? ¿A que lo pillaron haciendo algo? ¿O que se dieron cuenta de que realmente el modelo era deficiente o estaba desactualizado?

Y, por ejemplo, ¿qué piensas sobre los dichos de la subsecretaria acerca de que el PAIG no incluye o no impulsa terapias hormonales?

La subsecretaria da la impresión que es alguien que ignora completamente lo que dice el PAIG al detalle. Lo primero que le recomendaría es leerlo bien. Pero ella se equivoca al decir que el modelo afirmativo hormonal es, después salió a corregirlo, pero dijo que era política de Estado.

Algo que rescato de Albagli fue que en la comisión de familia de la Cámara de Diputados, ella comenta que había que pensar en las personas que destransicionaban, que tuviesen un buen acceso a salud, fantástico. Ella ahí está diciendo dos cosas: una, está nombrando un grupo de personas que no existimos para la salud pública.

Hay que incorporar a los destransicionados a la salud pública para que reciban apoyo en salud mental, por ejemplo, o con las secuelas que quedaron de intervenciones quirúrgicas, hormonales. ¿Quién va a hablar por esas personas? ¿OTD, Iguales? ¿O vamos a hablar lo que conocemos la experiencia de primera fuente?

Aparte de hablar del tema hormonas y menores de edad, a mí me interesa hablar de destransición, me interesa hablar de un espacio que sea de salud más holístico, que tenga que ver más con cultura que con medicalizar o con educación.

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