Romina Pistolas: “Las trabajadoras sexuales somos la primera línea de la salud mental masculina”

En esta entrevista la stripper aborda el éxito de su libro "Carmen" a dos años de su lanzamiento. Asimismo, repasa su trayectoria de más de una década en el mundo del estriptis cuenta sus planes de hacer un podcast y sobre el impacto de su oficio en la salud mental masculina.

Romina Pistolas se dedica a ser stripper hace cerca de 10 años. El mismo tiempo es el que lleva viviendo en Australia, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera como trabajadora sexual.

En el año 2022 publicó “Carmen” (Editorial Cuneta), libro donde relata sus vivencias y cómo se inicio en el mundo del estriptis. Pese a que han pasado dos años desde su lanzamiento “Carmen” sigue acaparando la atención de diversos lectores.

Más allá del éxito en ventas que tuvo el libro, la publicación del mismo tuvo un impacto aún mayor en la vida de Romina Pistolas: que su familia conociera el detalle de su trabajo.

“Temía mucho la reacción de ellos, no quería avergonzarlos, pero al mismo tiempo tenía la necesidad de contar mi experiencia”, cuenta la bailarina.

En conversación con Fast Check CL, Romina Pistolas aborda el éxito de su libro y sus próximos proyectos, entre los que se encuentra un podcast y un documental que presentará en febrero de este año en Chile. Además, a dos años del lanzamiento de su novela, repasa cómo ha cambiado su relación con su trabajo y la forma de afrontarlo.

“Ahora la relación con mi familia es honesta, donde ellos conocen una verdadera versión de mí”

—A dos años del lanzamiento de Carmen, ¿qué significa para ti que el libro siga teniendo tanta demanda?¿Pensaste en algún momento que tendría esa recepción?

Siempre imaginé que iba a ser un libro de interés, por la temática. El título es sabroso. El primer año tuvo la recepción que esperaba, logró el interés de parte de la comunidad lectora chilena que sigue páginas dedicadas a la lectura, y entre ellos, algunos influencers que compartieron el libro en sus redes lograron que se moviera, y la verdad que para ser un libro de una editorial independiente, se vendió súper bien.

Ahora, este año la cosa fue distinta, y de accidente cree un TikTok con un nombre distinto a “Romina Pistolas” e incluso otro email. Mi intención era promocionar mi Only Fans porque me habían echado del club donde estaba trabajando por subir de peso. Eso fue exactamente lo que dije en mi primer video: “Hola soy una stripper chilena, vivo en Australia y me echaron por guatona, este es mi departamento, etcétera” puse mi link en la biografía esperando la horda de hombres que nunca llegaron. Pero, llegaron como 20.000 mujeres en un solo día, que llenaron el post de preguntas de: ¿Cómo funciona? ¿Cómo es? y también comentaban “qué seca” o “no te da vergüenza admitirlo así”. Ahí dije “no funcionó promocionar el culo pero quizás funcione promocionar mi otro talento”, así que empecé a mencionar que había escrito un libro y así, empezaron a comprarlo y a compartirlo.

—¿Cómo fue para ti escribir y publicar un libro tan íntimo? En lo personal, ¿qué impacto tuvo su publicación?

Difícil al principio. Escribí el 70% del libro sin haberle contado a mi familia que no solo llevaba siete años de trabajo sexual bajo el hombro, sino que ademas lo iba a saber la ciudad entera. Soy de Calbuco, una ciudad pequeña y temía mucho a la reacción de ellos, no quería avergonzarlos, pero al mismo tiempo tenía la necesidad de contar mi experiencia.

A dos años de la publicación puedo decir que fue la mejor decisión no solo a nivel profesional, porque me ha brindado la posibilidad de desarrollar proyectos artísticos, sino que a nivel personal.

—¿Cómo quedó la relación con tu familia después de la publicación?

Ahora la relación con mi familia es honesta, donde ellos conocen una verdadera versión de mí. Creo que están orgullosos, quizás no de cómo me gano la plata, no espero tanto, hay una putofobia que perdono por la edad y circunstancias de mis padres, pero sí de que soy una mujer libre y valiente que se ha atrevido a salir de la convencionalidad. 

Por otra parte, compartir cosas tan íntimas no me importa nada. Que lean todo, que sepan todo. Vendrán más intimidades. Me parece una buena manera de afrontar los altos, y sobre todo los bajos, de esta cosa extraña que es vivir.

—Hemos visto que estás con un podcast, en febrero presentarás un documental. ¿En qué consiste ambos proyectos y cuál es tu finalidad con cada uno de ellos?

El podcast nació a raíz de que un medio australiano estatal, SBS, nos invitó a un podcast como entrevistadas, tipo “strippers latinas en Australia”.  Ellos me habían entrevistado antes producto de mi libro, pero cuando fuimos las dos, con mi amiga Gaby, a los estudios, nos sentimos más cómodas de lo que pensábamos. Solo que después de la entrevista, el tipo me dijo “voy a tener que censurar algunas partes”.

Como es una estación estatal, hay cosas que no se pueden decir. Lo mismo me pasaba con TikTok e Instagram, sufro de constante shadowban. Ahí con Gaby dijimos, hagamos algo donde podamos hablar sin censura de todo, de trabajo sexual pero también de otros temas de interés, aprovechando que Gaby es sexóloga y sabe mucho de todo eso que a la gente le encantaría aprender y de repente no sabe donde acudir para informarse.

El documental es el principio de mi proceso de coqueteo con el audiovisual. Estoy trabajando con una guionista chilena, Lula Almeyda, para aprender a crear guiones. Siempre ha sido mi sueño. También estoy escribiendo un segundo libro, que no es una continuación, sino una precuela de Carmen. Todos estos proyectos me tienen entusiasmada y un tanto ansiosa.

“Hay una labor muy importante que realizamos las trabajadoras sexuales y se habla poco de ello”

—En un pasajes del libro describes situaciones donde clientes te hacen confesiones bastante personales de sus vidas. Actualmente, ¿cómo lidias con este tipo de situaciones?

Las trabajadoras sexuales somos la primera línea de la salud mental masculina, en cualquiera de sus modalidades, y en cualquier país del mundo. No me cabe ninguna duda. El otro día hablaba con mi psicóloga de mi trabajo, y las cosas que me tocaba escuchar y me decía “pero tú trabajo se parece mucho al mío” y yo le respondí “la diferencia es que si ahora yo te cuento una barbaridad, tú al comenzar esta sesión estás consintiendo escucharla, y tienes las herramientas para ayudarme, yo no”.

Hay una labor muy importante que realizamos las trabajadoras sexuales y se habla poco de ello. Desde que entregamos un espacio para que las personas que tienen problemas para sociabilizar con mujeres de manera íntima o erótica -por todo tipo de motivos- puedan acceder a una experiencia donde explorar ese lado.

—A nivel emocional y energético, ¿qué tan desgastante es dedicarse al estriptis? 

La energía más grande se va por donde te comentaba, el resto: las horas, los tacos, la exigencia física, al menos en mi caso, es lo de menos. Del universo de trabajos que existen en este mundo, el mío me parece de los más amables. Casi todas las veces que trabajo lo paso muy bien. Quisiera tener 25 de nuevo solo para poder seguir bailando por muchos años más.

—En virtud de tu experiencia, ¿hay algún patrón en común que comparta la gente que va a  “night clubs”? 

Hay de todo. Evidentes calientes, mirones tímidos, casados esperando tener una interacción que les dé una erección pero que técnicamente no constituya un engaño, pendejos esperando ver una teta por primera vez, trabajadores de minería solitarios buscando conversación y compañía, jefes de las mismas mineras que pasan directo al VIP para no ser reconocidos, políticos, doctores, etc. Todos esos, todos un mismo día. Toda esta gente que te digo al entrar a este ambiente se suelta y se entrega plenamente a la experiencia. Las estripers sabemos todo.

—En otra parte del libro mencionas el tema de la tolerancia al rechazo. ¿Cómo trabajaste ese aspecto para amortiguar el impacto que tiene en lo personal? 

Al principio puede que te afecte porque no puedes evitar compararte con las otras mujeres o sentirte mal si es que te rechazan y ves que esa misma persona que te dijo “no gracias, no quiero un baile” a los tres minutos se va con otra, ahí piensas “¿qué tiene ella que te falta a ti?” pero eso dura la nada misma.

Pronto te das cuenta que algunas veces eres tú la que el cliente eligió por sobre otras, y entiendes que no es personal, son preferencias. Y bueno, también está la gente que te rechaza con pesadeces para hacerte sentir mal. Pero eso también es reflejo de la sociedad. Estos lugares parecieran ser un triángulo de las bermudas, donde pueden ser ellos mismos porque no hay mayores consecuencias sociales, y aprovechan el anonimato, como los trolls de internet. Un hombre me pregunta “¿No eres muy fea para trabajar aquí?” y yo lo miro con lástima. Evidentemente él sabe que el feo es él y está proyectándose y siendo un troll porque es infeliz consigo mismo. Otra de las cosas que me ha enseñado el oficio es no tomar esos comentarios a la personal y entender de dónde vienen.

—¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo y lo que siempre es un desafío? 

Lo que más me gusta es la plata. El desafío más grande es el estigma que sufrimos como trabajadoras sexuales, la lucha eterna para que se nos reconozca como tales.

“A este trabajo puedes llevar temores, vergüenzas, timidez, penas, pero inseguridad, jamás”

—¿Está entre tus posibilidades dedicarte al estriptis en Chile?

Nunca he ido a uno. Espero este verano ir y ver cómo es allá. Y sí, trabajaría.

—Comparando la realidad entre Chile y Australia, ¿cuáles son las principales diferencias que hay entre ambos países en relación a tu trabajo?

Con mi amiga Gaby empezamos un podcast donde hablamos de nuestro trabajo y una de nuestras ideas es entrevistar a alguna stripper chilena y conversar con ella para conocer la realidad de allá. En uno de nuestros episodios mencionamos que ninguna de las dos ha trabajado de stripper fuera de Australia, sólo conocemos nuestra experiencia acá. Entendemos que es una experiencia privilegiada, además siendo Australia un país del primer mundo, el striptease no es una cosa tabú. 

—¿Hasta cuando te ves dedicándote al baile?¿Es algo que te gustaría hacer toda tu vida?

Dios mío, todos los días me levanto y me miro al espejo para comprobar si todavía puedo trabajar, si aún me veo joven. Por mí lo haría para siempre, hasta que me den las rodillas. En mi club hay mujeres de 45 años, por ejemplo. Creo que el momento de retirarme será cuando me esté maquillando en mi casa para ir a trabajar y lo que vea en el espejo me parezca inadecuado, y me haga sentir insegura. A este trabajo puedes llevar temores, vergüenzas, timidez, penas, pero inseguridad, jamás. Ese sería el momento de retirarme.

“Nosotras sabemos que los abusadores están en todos lados”

—Pasando a otro tema, este año en Chile han ocurrido muchos casos de violencia sexual contra las mujeres que han sido tremendamente bullados, desde, por ejemplo el caso Monsalve hasta violencia contra trabajadoras sexuales. ¿Qué opinión tienes al respecto? 

No me sorprende, y probablemente a ninguna mujer, que los abusos sexuales vengan de sectores tan diversos. Nosotras sabemos que los abusadores están en todos lados, pero espero que, especialmente después del caso de Giselle Pelicot, la sociedad entienda lo transversal de esta epidemia. Lo importante que es hablar del consentimiento, de que los hombres expongan y no avalen con silencio a los amigos cuando estos tienen conductas de este tipo. Les toca empezar a enojarse realmente, como hemos estado enojadas nosotras por siglos.

El tema de la violencia hacia las trabajadoras sexuales es más complejo. La falta de reconocimiento, la vulnerabilidad y el mismo estigma que hace que las trabajadoras no tengan acceso a información de sus derechos. Digo esto porque en un contexto donde no pueden asumirse públicamente como trabajadoras sexuales, por miedo al rechazo social, ¿Cómo van a encontrar una red de apoyo? Este trabajo es de comunidad, y el miedo a reconocerse como tal puede empujar a las personas a trabajar solas, de manera clandestina, sin apoyo, exponiéndose aún más.

—¿Crees que se ha avanzado en esta materia o se esperaba más de este gobierno?

No sé mucho de política, no me voy a meter ahí.

Lo que sí entiendo es que esos actos de violencia contra las trabajadoras sexuales a principios de año tal vez se podrían haber evitado de haber existido un trabajo comunitario. Una instancia en donde el gobierno y las trabajadoras organizadas se sienten para discutir temas de seguridad para las que trabajan en la calle. En Chile, todos los gobiernos, de todos los sectores políticos, le han fallado a las trabajadoras sexuales.

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