Sergio Micco, exdirector del INDH : “Este gobierno pudo haber hecho más en verdad, justicia y reparación, no se hizo, y lo considero inexplicable”

A cinco años del estallido social, el exdirector del INDH analiza cómo fue dirigir el instituto en ese entonces y enfatiza en que las políticas de reparación impulsadas por el gobierno de Boric han sido insuficientes.
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A cinco años del estallido social, el exdirector del INDH analiza cómo fue dirigir el instituto en ese entonces y enfatiza en que las políticas de reparación impulsadas por el gobierno de Boric han sido insuficientes.


Por Álvaro Marchant

El pasado viernes 18 de octubre se conmemoraron cinco años del estallido social, uno de los movimientos sociales más importantes desde el retorno a la democracia. Uno de los hechos más emblemáticos del periodo fue la marcha del 25 de octubre, la que convocó a más de un millón de personas, reflejando la transversalidad de las manifestaciones.

Pese a que gran parte de las protestas se realizaban de manera pacífica, muchas de ellas contenían un grado de violencia que cada día se fue agudizando. Bajo ese marco, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) tomó un rol importante y se transformó en la carta de respuesta de los manifestantes frente a los ataques de Carabineros.

Sergio Micco era entonces el director y la cara visible del INDH, en un contexto de polarización política el instituto debía mantenerse imparcial, sin embargo, la circunstancia no facilitaba la tarea.

En conversación con Fast Check CL, Micco reconoce que “no cedimos a las presiones que fueron tremendas”.

Por otra parte, el exdirector del instituto comenta sobre las políticas adoptadas por el gobierno en materia de reparación y señala que “estoy sorprendido, porque se pudieron haber hecho políticas de verdad”.

“La historia hasta aquí nos dio la razón a los que decíamos que no existían violaciones sistemáticas a los derechos humanos”

— A cinco años del estallido social, ¿cuál es su visión de este hecho?

Yo viví el estallido como director del INDH. Entonces, el 25 de octubre para la gran manifestación, que fue uno de los momentos de mayor expresividad y justicia de las demandas, yo fui feliz, pero eso fue un momento. Básicamente, tenía que preocuparme de la violencia desatada y la violación a los derechos humanos como no lo habíamos tenido desde el año 89.

— Días anteriores al 18 de octubre ya se registraban manifestaciones, no de las misma magnitud de lo que fue después pero protestas al fin y al cabo. ¿En algún momento pensó que iba a terminar de la forma en que lo hizo?

Jamás. De hecho, no lo podía creer. Yo tengo 60 años, alcancé a ver la etapa final de la descomposición de nuestra democracia en el 73 y sé muy bien lo que es una dictadura, y lo que significa cuando empiezas a involucrar a los militares en política y salen a la calle. Cuando fui a Maipú, donde los militares estaban dos cuadras de la plaza; Ñuñoa, que estaba llena de gente protestando posterior al toque de queda, yo estaba totalmente preocupado y nunca pensé que podíamos llegar a eso.

— Las manifestaciones comienzan a ser reiterativas, junto con eso ello los enfrentamientos, ¿cómo fue el momento en que empiezan a llegar casos de trauma ocular?

Las denuncias nosotros las empezamos a recibir antes del 18 de octubre, porque habían enfrentamientos que se estaban produciendo dentro del metro, incluso entre particulares y cada vez más por los carabineros. Nosotros ya el 17 de octubre estábamos con nuestros observadores de chaqueta amarilla.

Lo segundo, el 19 de octubre a mediodía nos juntamos con todos los jefes de unidades y abrimos un correo electrónico que se llamaba “denuncianidh.cl”, porque había una gran cantidad de videos, llamadas telefónicas, whatsapp.

Ahí tuvimos 7.000 denuncias, de las cuales procesamos y llegamos a 3.400 víctimas que nuestras oficinas regionales revisaban los antecedentes y tomaban la decisión de presentar o no una querella criminal y nuestra política fue presentarla. Fuimos muy criticados pero inmediatamente vimos que, por la gravedad y el número de las denuncias, el Estado se tenía que movilizar investigando y eventualmente sancionando.

— En un contexto tan polarizado, ¿cómo es lidiar con las presiones políticas y sociales?

Nosotros nos tenemos que abanderar por los derechos humanos y por las víctimas que están sufriendo violación a los mismos. El instituto es una corporación de derecho público autónomo, nosotros no defendemos ni el Presidente de la República, al Congreso Nacional, al Poder Judicial, ni tampoco la Fiscalía. Nosotros tenemos una autonomía reforzada.

Ahora cuando las sociedades están tan polarizadas como lo estaba Chile en ese momento, y bueno, lo sigue estando, cuesta mucho mantener la imparcialidad porque toda la información que te llega en esos momentos está contaminada.

En el tema político fue tremendo. El instituto estuvo ocho meses tomado y la decisión era por motivos fundamentalmente políticos, lo que se nos reclamaba era que yo y el consejo o renunciábamos o declarábamos que las violaciones a los derechos humanos eran sistemáticas, que había presos políticos, que había que refundar carabineros. Y te insisto, nuestro deber es ser una corporación autónoma y no cedimos a las presiones que fueron tremendas.

— Finalmente, ¿estas presiones terminaron permeando en algunos consejeros del INDH y generando quiebra al interior?

Sí. Yo te diría que hubo tres diferencias bien grandes: la primera es la relación entre violencia institucional y violación a los derechos humanos, había un debate muy grande en decir, ‘mira tenemos que hacernos cargo de la violencia que se está ejerciendo contra personas particulares y contra las fuerzas policiales, al momento de emitir pronunciamientos’. Entonces, hubo un grupo de consejeros que reclamaban que no nos correspondía a nosotros estar denunciando violencia de particulares, ni ataques a carabineros, porque eso propiamente era labor de la fiscalía, y nosotros teníamos que preocuparnos cuando los funcionarios públicos ejercían violencia contra las personas.

Por otra parte, había gente que decía ‘la violación a los derechos humanos solamente la pueden cometer agentes estatales’. Y para serte franco, es la posición que yo defendí al principio porque el instituto no puede transformarse en la Fiscalía, no nos podíamos meter en todos los casos.

Y el tercer debate fue totalmente político. Había gente que estaba realmente convencida de que el presidente de la República había hecho un giro explícito, intencionado, para violar los derechos humanos. Que existían violaciones sistemáticas a los derechos humanos y el presidente de Chile había concebido, planificado y ejecutado un ataque masivo en la población chilena a través de carabineros pactando la impunidad. Y bueno, la historia hasta aquí nos dio la razón a los que decíamos que no existían violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

“En materia de justicia y reparación se deberían haber hecho muchas cosas más en el anterior gobierno, en este y no se han hecho”

— ¿Considera injusta su salida del INDH?

No, porque en la medida que tuve el apoyo de la mayoría goberné, pero cuando llega el presidente Boric y hace designaciones de personas que no estaban de acuerdo con lo que yo representaba, ellos me pidieron la renuncia. Fue un poquito ingrato, porque me solicitaron la renuncia dos semanas antes de que terminara mi mandato, no era necesario. Perdí la confianza de la mayoría del consejo, nomás.

¿Y sabes qué? Fue un alivio en el sentido de que pude decir todo lo que pensaba, porque hasta hace un minuto antes de presentarme la renuncia, yo como director ejecutivo no podía.

— ¿Cree que el hecho de que se le haya pedido la renuncia dos semanas antes fue una señal política por parte del presidente?

Digámoslo, el gobierno constituido por el Partido Comunista, el Frente Amplio, entre otros no me querían nada. Buena parte del Frente Amplio me había pedido la renuncia y sus dirigentes habían apoyado la toma. Eso no es un secreto para nadie, pero por ningún motivo me atrevería a decir que el presidente hubiese estado de acuerdo con que me pidieran la renuncia, ni con mucho.

—¿Cómo evalúa el tratamiento que ha tenido este gobierno del estallido social?¿Cree que se ha avanzado lo esperado en reparación?

Es bien duro lo que voy a decir, pero la verdad es que se ha hecho poco o nada. Yo estoy sorprendido, porque se pudieron haber hecho políticas de verdad. Ningún Estado del mundo puede garantizar que sus funcionarios públicos no van a violar los derechos humanos. Lo que no puede ocurrir es que el Estado no brinde los medios para prevenir las violaciones a los derechos humanos, y en caso de hayan ocurrido, para que se investiguen y sancionen inmediatamente.

Nosotros reclamábamos que se creara una Fiscalía de Derechos Humanos, que se reforzara la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, que la Brigada de Derechos Humanos de la PDI no solamente exista en Santiago, que se invirtiera más dinero en fiscales, y eso no ocurrió.

En materia de reparación ha habido todo un debate sobre las pensiones de gracia, pero eso es una mala política que se aprobó en el gobierno anterior, y esa política debería haber sido corregida en este gobierno. Y por último, si tú realmente creías que habían violaciones sistemáticas a los derechos humanos, ¿quién ejecutó? ¿quién dio esa orden? Bueno, el presidente Sebastián Piñera. Y el mismo presidente Boric dijo, mientras estaba vivo Sebastián Piñera, que él creía que Piñera era un demócrata, y no creía que hubiese ordenado violar los derechos humanos.

Se hablaba de refundar Carabineros, y tú has visto que durante tres años se apoyó, y está bien, al General Yañez y eso que era el encargado del orden público en el 2019. Entonces, uno puede cambiar de opinión pero tiene que dar una explicación. De los presos políticos nunca más se habló, de la reputación de Carabineros nunca más se habló. En fin, yo te diría que en materia de justicia y de reparación se deberían haber hecho muchas cosas más en el anterior gobierno y en este, y no se han hecho.

“Llamaban a tomar la moneda, llamaban a la renuncia del presidente (…) eso es un indicador claro de una oposición desleal con la democracia”

— ¿Qué le pasa cuando escucha estos cambios radicales de discurso?

Cuando el presidente deja de ser parlamentario y llega a La Moneda, aparte de ser jefe de gobierno, tiene que representar a todos los chileno, y además está encargado del orden público.

Entonces, si tú me dices te extraña que haya apoyado a Carabineros a pesar de todo lo que había dicho antes, yo te diría que no. Él está cumpliendo con un deber de Estado, eso por una parte. Pero insisto, creo que este gobierno pudo haber hecho mucho más en verdad, justicia y reparación y no se hizo, y eso lo considero inexplicable.

— Usted también ha cambiado de opinión: en noviembre de 2019 dijo que “estábamos ante graves violaciones a los derechos humanos”, en 2022 señaló que no hubieron violaciones sistemáticas”, finalmente en 2023 se cuadró con la declaración de Piñera sobre que esto había sido un intento golpe de Estado. ¿Usted siempre tuvo la misma opinión o se fue gestando en virtud de que se desarrollaba el conflicto? ¿Cómo explica eso?

Dos precisiones. Yo declaré que no eran sistemáticas el 3 de noviembre del 2019, porque importantes figuras de la izquierda chilena y con repercusiones en Europa, empezaron a decir que el instituto decía que eran violaciones sistemáticas, y te insisto, si tú tienes un presidente elegido por los chilenos que ordena ejecutar una política de violación de los derechos humanos, bueno, es porque la democracia se acabó, se está viniendo abajo, y es una declaración muy grave. También, es importante decirlo, yo dije ‘bueno, si hay gente que cree en esto, por favor, que aporte las pruebas’, y como te digo, hasta el día de hoy esas pruebas no han llegado.

Cuando me encontré con las declaraciones en la prensa del presidente Piñera, y él decía que le habían dado un golpe de Estado, yo lo encontré una tontera porque evidentemente no le habían dado un golpe de Estado, al fin y al cabo terminó su mandato. Esa fue mi primera reacción: sorpresa y molestia porque no ayudaba en nada. La verdad es que a partir del autogolpe de Estado de Fujimori en 1992, los golpes de Estado tradicionales se dan sin los militares. Entonces yo dije pregunté ‘¿se quiso destituir o no al Presidente de la República?’.

Y a mí me parece que hoy día la gente que estaba en eso debería reconocerlo. Llamaban a tomar la moneda, llamaban a la renuncia del presidente, a levantar las elecciones, eso es un indicador claro de una oposición desleal con la democracia, no solo con el gobierno. Cuando tú tienes crisis sociales, políticas, imagínate una guerra con otro país y la oposición en ese momento no cierra filas. Era evidente que la oposición en ese momento tenía que haber salido a condenar no solamente las violaciones de los derechos humanos sino que, te insisto, 540 ataques a cuarteles de policía y regimientos y eso la oposición no lo hizo.

— ¿Qué piensa de los dos procesos constitucionales? Entiendo que se alegró cuando ganó el “Rechazo” ¿con el “En contra” le pasó lo mismo?

Una constitución tiene que ser la expresión popular más amplia y lamentablemente ninguno de los dos proyectos constitucionales logró eso. El primer proyecto de la convención estaba en una línea contraria de las cosas que yo considero importantes, pero menos que el segundo, ahí me sentía más a gusto, más cómodo. Sobre todo porque creo que fue más consensuado desde el PC hasta los republicanos. Pero queda el sabor amargo en la boca porque uno de los objetivos del 18 de octubre que era tener una nueva constitución, no se logró.

— Quedó en nada.

Sí, pero hay acciones que son buenas en sí mismas. Que los chilenos hayamos elegido dos veces convencionales, votáramos en tres plebiscitos y realizáramos todo este proceso sin violencia es valioso en sí mismo. Además, porque eso nos permitió salir de la crisis del 2019, así que yo no soy de los que miran los procesos constituyentes como un absoluto fracaso, para nada. Es cierto, no tenemos una nueva constitución, pero por otro lado fue un proceso de deliberación pacífico, que tuvo buenos momentos de debate, que es valioso en sí mismo, ese es el verdadero Chile, no el Chile de los garabatos, la funa, las violaciones a los derechos humanos, no es el alma del Chile profundo.

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