En medio de una agitada discusión legislativa, Javiera Arce Riffo (39), politóloga, conversa con Fast Check CL sobre la generación que hoy gobierna Chile: «Despreocuparon mucho lo que tuvo que ver con la gestión del Estado». Pese a ello, no ve con claridad que la oposición tenga la próxima elección presidencial asegurada, pues con la irrupción del Partido Republicano, «la que se debilita es la derecha más tradicional», asegura.
Por Elías Miranda
Javiera Arce Riffo (39) ve con reticencia la discusión en torno a los proyectos electorales que hoy están siendo tramitados en el Congreso: la multa en el voto obligatorio y la exclusión de extranjeros sin nacionalidad; situación que ha derivado en una larga y dilatada discusión, a pocos meses de las elecciones locales.
Arce Riffo, es Magíster en Ciencia Política por la Universidad Católica, pertenece a la Red de Politólogas y, actualmente, se encuentra estudiando un doctorado en la University College de Londres.
Se muestra crítica de las definiciones del Frente Amplio y reflexiona con preocupación el eventual legado de este Gobierno: «El Copago Cero no es una reforma. La reforma es terminar con las filas en los consultorios, terminar con la espera de las operaciones, diseñar un sistema de pensiones, profundizar en el pacto tributario», enfatiza en entrevista con Fast Check CL.
“Al final no hay ninguna transformación de nada”
— Hoy las reformas están paradas, ¿cuánto de eso es responsabilidad del Gobierno y cuánto de la oposición?
Diría que hay una responsabilidad bien fuerte del Gobierno. Primero, por haber desaprovechado las lunas de miel, que son procesos cada vez más cortos en los gobiernos actuales a nivel mundial.
Es ese lapsus entre que asumen y ya después de que llega la primera crisis. Ahí se desaprovechó una oportunidad, un montón de proyectos que eran estratégicos —como la reforma de pensiones— y que debieron haber enviado en ese momento. Como lo hizo Bachelet en 2014, que sabía que tenía una mayoría en el Congreso y que podía manejar, entonces ingresó reforma educacional, electoral, laboral.
Lo segundo, tiene que ver con una oposición, con la irrupción del Partido Republicano, un partido extremista que no iba a querer ningún cambio más profundo, pero además un debilitamiento de la derecha mainstream, más tradicional, frente a esta derecha más dura, quedándose sin saber mucho qué hacer. Pero también una oposición de la derecha tradicional, muy irritada, producto de la actuación que había tenido el Frente Amplio durante la época de Piñera. Es la vuelta de mano, ser obstruccionista.
— ¿Entonces compartes la tesis de que el Gobierno dejó de gobernar y trasladó las reformas para después del plebiscito (2022)?
Creo que ellos trataron de instalarse, pero en efecto no hicieron la estrategia que había que hacer. Mucha táctica y poca estrategia. Y la estrategia es siempre tener planes. De hecho, hasta la fecha, da vergüenza que ni siquiera hayan metido un proyecto para prolongar o perfeccionar la ley de cuotas que tenemos en el Congreso o aplicar una ley de cuotas para las elecciones locales.
— Se advertía una posible traición del Presidente a su núcleo del 30% de base de apoyo en las encuestas. Hoy, el número en promedio sigue igual: ¿hay chances de expandir ese porcentaje?
Creo que los presidentes pasan por estas crisis, pero después salen con altos porcentajes igual. Después mirado en perspectiva, el gobierno tiene un buen lejos, por decirlo así. Un poco lo que pasó con Bachelet. Ahora, sobre este Gobierno a mí me preocupa cuál va a ser la herencia. No veo nada, lamentablemente no veo nada.
Veo que es una generación que tenía una aspiración política. En ese sentido, Jackson en la entrevista que dio el domingo, dio un aviso que casi que el Socialismo Democrático tenía que pagar con parlamentarios para poder compensar la aventura presidencial de Tohá o de Bachelet. Lo que les preocupa es tener escaños y ganar poder. Eso es lo que hay, pero despreocuparon mucho lo que tuvo que ver con la gestión del Estado y, sobre todo, con ese discurso que ellos tienen, de transformaciones y que al final no hay ninguna transformación de nada.
— Desde el Gobierno se defienden con el Copago Cero, las 40 horas, la inversión extranjera. ¿Es insuficiente?
Absolutamente. Ellos prometieron pagar el CAE. De hecho, una de las transformaciones que apuntaban era el fin del neoliberalismo. El Copago Cero no es una reforma. La reforma es terminar con las filas en los consultorios, terminar con la espera de las operaciones, diseñar un sistema de pensiones, profundizar en el pacto tributario.
Las 40 horas son un avance, yo las celebré, pero eso es flexibilidad laboral. Obvio que la derecha te la iba a comprar. El punto es cuán debilitados están los sindicatos frente al empleador para negociar esas bandas horarias. Ahí tengo mis dudas, que eso sea tan beneficioso para los trabajadores.
“El feminismo no es un tema woke“
— ¿Ves que sea inevitable un próximo gobierno de derecha?
No lo sé. Porque veo una derecha que le cuesta mucho ponerse de acuerdo. Con un Partido Republicano que está haciendo lo que hacen todas las derechas del mundo. Ellos no crecen porque viene el Frente Amplio o el Podemos, ellos crecen porque se debilita la oposición de la derecha tradicional.
Acá, y que quede súper claro, son reaccionarios, hay masculinidad reaccionaria, odian a las feministas, todo eso es real. Pero eso no significa que se debiliten las opciones nuestras, sino que por el contrario, la que se debilita es la derecha más tradicional. Y acá se la están comiendo, y lo que ocurrió en el Consejo Constitucional es súper decidor como termina finalmente Chile Vamos, siendo vagón de cola de Republicanos.
— El Frente Amplio concretó su unificación, ¿cuánto cambias las cosas para la izquierda en Chile con este “hito”?
Lo celebro, encuentro un ejercicio súper valiente y muy necesario en los tiempos que corren. Me parece súper bien. Ahora, creo yo, escuchando la entrevista de Claudia Mix que dio en 32 minutos, que tener ese nivel de vicio cuando recién se está forjando un proyecto político, me parece preocupante. Te lo creo en los viejos macucos del PS y la DC, y ahí está mi aprensión, porque lo que denuncia Mix —teniendo muchas diferencias ideológicas con ella—, es tratando de aplacar una diferencia interna. Hay formas más elegantes de hacerlo que excluyéndola de los pactos.
— ¿Consideras que tienen bien puestas las prioridades?
Es que no entiendo muy bien todavía qué piensan ellos. No sé si es un modelo como de estos atrapatodo, porque partido de masa no es. Ojo, no tiene estructura de partido de masa y tampoco apunta a eso. Eso es lo complejo para mí, porque me pierdo. Se ponen muchas marcas: ambientalistas, feministas, socialistas, prosocialistas. Volvemos al tema de las 40 horas. Te la puedo celebrar si tuviéramos sindicatos fuertes, lo mismo con las bandas de la flexibilidad laboral, si tuviéramos capacidad de negociación colectiva; pero no la tenemos.
Andrés Giordano viene de ese mundo y un par de dirigentes sindicales más, pero no sé cuál va a ser el rol en el partido, es muy marginal. El resto de las cosas son categorías que me parecen interesantes, pero igual los molestan, porque les dicen que son woke, porque andan defendiendo los sentimientos de los pescados que juegan fútbol. No tengo claro qué son.
— Lo mencionaste a la pasada. ¿Cuánto sirve el término woke para entender a la izquierda en Chile y el mundo?
A ver. Leí el libro de Susan Neiman («Izquierda no es woke») y me pareció interesante, con críticas bien atendibles. Por ejemplo, ella plantea que la izquierda critica, critica, critica, la democracia. Y esto lo vamos a poner en términos del Frente Amplio: “no son 30 pesos, son 30 años, que la transición; etc”. ¿Pero sabes qué? Yo igual prefiero esta democracia fea, a la democracia que nos quería poner los hijos de Kast: con derechos constitucionales suprimidos, con persecución política de los disidentes, cuestiones súper graves. Los tipos querían desmantelar la democracia por secretaría, básicamente.
Ahí la crítica de Neiman es súper atendible y también hay un tema de que se han ido un poco al chancho con respecto de la acusación histórica, de los esclavismos, generando ciertas tribus, que es un poco lo que yo observo en el Frente Amplio, esa incapacidad de agruparse o de poder generar una masa, como lo hacían los partidos en algún momento. Esa crítica es bien plausible en el libro de Neiman. Ahora, yo sí creo que el feminismo no es un tema woke; es un problema que tiene la sociedad y que se traduce en desigualdades de clase, por supuesto. Hay materialidad que se pueden traducir en esto.
“A mi me preocuparía mucho más que estás personas no votaran”
— Diputados socialistas presentaron un proyecto de ley que busca restringir el voto a extranjeros que no cuenten con la nacionalidad chilena, ¿a qué crees que obedece esta iniciativa? ¿hay un cálculo electoral?
Quiero creer en la buena fe de ellos y creo que tiene que ver con tratar de entregar alguna solución a los problemas que tiene la gente común y corriente, a propósito de lo que pasó el fin de semana con la seguridad. El tema es cómo suprimir estos derechos políticos, me parece delicado, porque se puede prestar para conveniencia.
Además, también, por qué esa flojera y no ir a buscar esos votos, ir a pelearlos. ¿La centroizquierda no puede ir a pelear esos votos? Como una centroizquierda democrática, progresista, que respeta los derechos de los trabajadores y su seguridad.
— ¿Qué te parecen los dichos del diputado Gonzalo Winter, quien calificó que el proyecto de voto obligatorio con multa es “anti pobres”?
Por ahí vi unas tablas que hizo un colega, Rodrigo Medel, que es súper interesante y eran sobre la cantidad de nulos y blancos que hay en las comunas más pobres versus las más ricas. En efecto, en La Pintana y todas esas comunas, hay hartas personas con esa alternativa de votos. Pero, ¿por qué no nos preguntamos esa decisión’
Yo no sé si es “antipobre”. A mi me preocuparía mucho más que estás personas no votaran y ahí le devuelvo al diputado Winter el cuestionamiento. Por algo no están votando los pobres. Claro, nos conviene que no voten porque a si gana nuestra opción. Me preocupa mucho esto de subestimar a esos electores.