Le dieron varios presidentes a la República a Chile, sin embargo, hoy ven con distancia aquellos años de gloria e influencia política. Fast Check CL puso lupa a la situación del Partido Radical (PR) y la Democracia Cristiana (DC), partidos que atraviesan dificultades financieras y de adhesión electoral. Pese a aquello, sus juventudes responden y refuerzan su identidad: «Tenemos una base ideológica doctrinaria lo suficientemente fuerte para poder subsistir», replica una de sus dirigentas.
Por Fast Check CL
Aunque los cimientos del partido se remontan al siglo XIX, es la figura de Pedro Aguirre Cerda la más cercana para los radicales que, pese a estar tres años en el poder, quedó enmarcado por su contribución a la industria nacional, mediante la creación de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo).
Son 160 años de historia, han pasado por guerras civiles, golpes de Estado, terremotos y tres presidentes de la República: Aguirre Cerda (1938-1941), Juan Antonio Ríos (1942-1946) y Gabriel González Videla (1946-1952). El Partido Radical (PR), más allá de las valoraciones ideológicas del lector, transformó a Chile.
A contra mano, aunque posterior al PR, está el Partido Demócrata Cristiano —o DC— que le dio al país tres jefes de Estado: Eduardo Frei Montalva (1964-1970), Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000). Sus políticas públicas perduran hasta el día de hoy. Tanto el PR como la DC han formado coalición en los gobiernos democráticos de las últimas tres décadas, con especial mención a la Concertación y la Nueva Mayoría.
Lejos de esa épica desarrollista, radical y socialcristiana; hoy en ambos partidos reina la desolación. Cada vez hay menos representación parlamentaria y los problemas económicos están a la orden del día. Fast Check CL examinó la situación de ambos colectivos. ¿Es hora de cerrar las persianas? ¿Qué dicen sus nuevas generaciones?
¿Qué pasa con la DC?
La Democracia Cristiana (DC), hoy por hoy, se encuentra en una encrucijada histórica. Los cambios culturales y la pérdida de influencia de la Iglesia Católica vienen mermando la influencia de la DC en política, pero también en organizaciones sociales como articuladores de grupos intermedios.
Deudas
El primero, la economía. La DC arrastra una deuda que, hasta octubre de 2023, se aproximaba a los más de $1.000 millones, correspondientes a $896 (millones) de arrastre y otros $219 (millones) en la campaña de consejeros constituyentes.
Para esto, la tienda socialcristiana puso en venta una serie de inmuebles para minimizar el déficit, siendo el hito más llamativo, el arriendo de su edificio histórico que por más de 50 años fue la sede de los democratacristianos. Hasta ahora, han vendido propiedades en La Calera y Ñuñoa.
Fuentes al interior del partido señalan que en los últimos meses, el «saneamiento» de las deudas no van a la velocidad esperada. Esto último es particularmente delicado, dado que las metas establecidas en el Consejo Nacional de 2023 exigían llegar sin pasivos a las elecciones municipales de octubre.
Representación
Sin embargo, sus problemas no son solo económicos; enfrentan una profunda crisis de adhesión y representación política, reflejada en su reducida participación del 4,2% en las últimas elecciones parlamentarias (2021).
Como uno de los partidos fuertes en los primeros años de la transición política, la DC contaba con 38 diputados —bajo el sistema binominal— y 1,8 millones de votos. Distinta es la situación en 2024, donde apenas hay 5 representantes en la Cámara Baja y 3 en el Senado. ¿Y los votos? Estimaciones en el partido apuntan a casi 1,4 millones, con el año 2001 como el punto de inflexión y posterior decaimiento.
- Diputados: Eric Aedo, Héctor Barría, Ricardo Cifuentes, Alberto Undurraga y Felipe Camaño.
- Senadores: Yasna Provoste, Francisco Huenchimilla e Iván Flores.
Con lo anterior, se suma la pérdida de una comuna histórica para la DC como Peñalolén, y la fuga de figuras contemporáneas: Ximena Rincón, Matías Walker, René Cortázar, Soledad Alvear, Claudio Orrego; entre otros.
Si bien la DC no es parte de la coalición de Gobierno, fue en 2022 cuando el Presidente Gabriel Boric nombró a Victor Torres -exdiputado- como jefe de la Superintendencia de Salud. Además, se sumaron a la inscripción oficialista para lo que serán las municipales de este año.
¿Qué dicen su juventud?
Renata Vásquez, presidenta de la Juventud de la Democracia Cristiana (JDC), aunque reconoce una crisis dentro de las filas, explica que el decaimiento es en todo el sistema, «sobre todo para los partidos que tienen una larga data. Los partidos como la DC han tenido crisis en distintos momentos de la historia».
«La forma de abordarlo es siempre haciendo apuestas en política. Nosotros hemos instalado como juventud que se apueste por candidaturas jóvenes, que se apueste por la renovación y que se apuesta por el futuro y su supervivencia. Es importante que podamos pensar en las ideas de la DC, en los próximos años y cómo podemos hacer prevalecer las ideas, nuestro modelo económico —de carácter social de mercado—, una ideología como el humanismo cristiano que se materializa en el comunitarismo. Tenemos una base ideológica doctrinaria lo suficientemente fuerte para poder subsistir», sostiene Vásquez.
Consultada por la pérdida de arraigo y cómo esto afectaría la influencia del partido, Renata Vásquez explica que «la crisis de la Iglesia le pega a nuestro partido, sobre todo porque nuestro partido se sustentó en la comunidad, las pastorales; no a un nivel religioso, pero sí a nivel formativo. Obviamente, hay una afectación, pero nuestro partido es no confesional, basa su ideología en el humanismo cristiano. Por eso tenemos diversidad de religiones en nuestras filas: hay agnósticos, católicos, evangélicos, protestantes, incluso, mormones».
¿Qué pasa con el radicalismo?
En enero de este año, un comunicado encendió las alarmas en el radicalismo chileno. Las filas del PR acusaron recibo tras la solicitud del Servel para disolver Comunes, consigna un artículo de Interferencia, en el que recalca un delicado estado económico dentro del partido.
El escepticismo en la militancia radical no es antojadizo, incluso, mantiene abocado a Leonardo Cubillos —presidente del PR— en el «saneamiento» de la colectividad. Son la rendición de gastos, la desorganización y las deudas millonarias, sus máximas preocupaciones.
Otras dos fuentes consultadas, cercanas al PR, describen que la crisis es tal que los sueldos de los funcionarios están impagos desde hace meses, un aspecto reiterado en años anteriores y que ha desencadenado en demandas civiles en contra del colectivo de Pedro Aguirre Cerda.
El orígen
Fuentes conocedoras de la situación del PR, comentan que la aventura presidencial de Alejandro Guillier en 2017 es el inicio de una crisis sin resolver. A la fecha, los estragos de esa campaña —también de senadores y diputado— continúan arrastrando problemas.
Fast Check CL accedió a una demanda —ingresada en 2020— que M+E Comunicaciones realizó en contra del Partido Radical, tras contratar a la firma en 2016 para una serie de servicios en las campañas senatoriales y de diputación, como la creación y producción de diseño gráfico, levantamiento de información y sesiones fotográficas.
El total por pagar ascendía los $190 millones, acordando pagar en cuotas. Pero según describe la acusación, el Partido Radical quedó debiendo $49 millones. De esta manera, M+E Comunicaciones exige condena a la colectividad al pago de $49,8 millones más intereses, y al pago de las costas. A la fecha, esta causa continúa judicializada.
La gestión de Maldonado
La difícil situación del PR, es también atribuible a la gestión de la directiva liderada por Carlos Maldonado , quien dejó el partido después del plebiscito constitucional del 4 de septiembre de 2022 (uniéndose a Demócratas), saliendo en malos términos de las filas radicales.
Tras tomar un fierro caliente, bajo el mandato de Cubillos se ha reducido significativamente las deudas pendientes, disminuyendo de $460 millones a $100 millones, además de aprobar los balances anuales observados por el Servel en los años 2020 y 2021.
Las mismas fuentes consultadas coinciden en que el PR no ha contado con buenas manos para el manejo de las finanzas. Por ejemplo, en la campaña del plebiscito de entrada, se gastaron $90 millones en spot publicitarios, cuando Maldonado estaba en la presidencia de la tienda. En ese momento, el desembolso no se realizó con remezas proveídas para la campaña, sino con el gasto corriente, sobregirando al colectivo.
Además, Cubillos anunció la presentación de denuncias al Ministerio Público por posibles delitos de administración desleal, señalando específicamente a Maldonado, quien habría realizado préstamos al partido para luego cancelárselos a sí mismo antes de dejar la presidencia.
¿Qué dicen las juventudes?
Si bien es reconocido el problema económico, en el plano electoral el PR se ha mantenido en un rendimiento similar a otros periodos, siendo estable a juicio de Vicente Riffo, secretario general de la Juventud Radical. Si se examina la elección de 1989 -en pleno auge de la Concertación- los diputados radicales elegidos llegaron a ser 5, en contraste con la actualidad, donde son 3.
«Muy sinceramente, las directivas del partido han cometido muchos errores. Se han asesorado mal, han tenido malos sistemas, han tenido incapacidad de modernizar distintas cosas; pero a pesar de cometer todos esos errores, tu ves que la gente vota radical en un 4 o 6% en todas las elecciones con mucha constancia, y eso solamente puede atribuirse a que hay gente guarda con cariño el gobierno de Pedro Aguirre Cerda», señala Riffo en conversación con Fast Check CL.
Aunque la discusión doctrinaria ha perdido fuerza, Vicente Riffo destaca la identidad del PR: «Para hacer la comparación, el Frente Amplio ha jugado muy bien todo lo que son las nuevas formas de hacer política, han tenido mucho más dinamismo; pero han tenido un serio problema para consolidarse, justamente porque carecen de ideología».
«Han apelado a apropiarse de los nuevos demócratas de Estados Unidos, a Podemos en España, a copiar el fenómeno del Frente Amplio Uruguayo. Pero no han podido hacer una generación propia, que eso hizo el radicalismo a través de las asambleas radicales, lo que hizo la DC a través del pensamiento social de la Iglesia», complementa.
La respuesta a otra época
Los cambios culturales, el desarraigo en los partidos y el cambio de época son algunos de los factores tratados para explica el decaimiento de ambos partidos. Fast Check CL, conversó con Vicente Inostroza, politólogo y docente de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, quien señala que dichos colectivos se ven superados por los nuevos desafíos y tendencias.
A juicio de Inostroza, los “partidos que tienen una ideología tan única y que respondían a otra época histórica se ven debilitados y desafiados, más que nada, para adaptarse a ese nuevo escenario”.
«¿Y cómo se ven adaptados? Principalmente, mediante el péndulo electoral de Gobierno (…) Claramente, la DC y el PR, la debilidad que tienen es respecto la posición con los gobernantes. La DC ahí está si pertenece a la oposición o no, y eso genera que no estén estables en este nuevo sistema político», remarca Inostroza.
«Obviamente, estos partidos que son históricos, respondían a un momento político determinado. El radicalismo se logró adaptar hacia el eje izquierda-derecha y el socialcristianismo emerge con los clivajes capital-trabajo, en torno a las zonas rurales con la reforma agraria. Evidentemente, se ven fuertemente desafiados, sobre todo posterior a la Concertación», complementa.
Sobre los factores de recambio, apunta a la pérdida de identidad en los proyectos de futuro, en especial con el PR: «Ciertamente, pueden ser mucho más débiles que otras juventudes de partidos políticos», destaca.
Eso sí, aunque está probado el déficit de adhesión electoral en las filas democratacristianas, Inostroza reflexiona sobre «una paradoja curiosa: a nivel municipal, la DC todavía sigue siendo un peso electoral sumamente preponderante, y por eso el oficialismo busca pactar con la DC en estas elecciones. Solamente que la DC ha perdido peso a nivel de elecciones nacionales, como diputados y senadores».