Explicativo: Descifrando el pacto de las no-monjas: amor en silencio y hasta la muerte

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En la comuna de Ñuñoa, una mujer de 80 años de edad arrastraba una maleta por la calle. El video, en apariencia, no era extraño. Pero todo cambió cuando se encontraron restos humanos, desembocando en una historia con extravagancias: una supuesta monja dejó el cuerpo de su pareja en plena vía pública. ¿La razón? Un pacto que trasciende lo terrenal.


Por Fast Check CL

Durante el lunes 8 de abril por la tarde, diversas noticias daban cuenta de restos humanos encontrados en plena vía pública dentro de una maleta. El hallazgo tuvo lugar en calle Los Talaveras, Ñuñoa, alertado por vecinos del sector. El cuerpo fue encontrado en evidente estado de descomposición y correspondía a una mujer de 60 años de edad.

Pese a que los antecedentes todavía estaban siendo recabados, algunos medios reportaban como posible consecuencia del crimen organizado. Pero, la situación fue esclareciéndose con el paso de las horas: en realidad, los restos habían sido dejados por una mujer que solía transitar por calle Los Jardines, en Ñuñoa.

La propia Policía de Investigaciones (PDI) condujo a la mujer hasta las dependencias de la institución: se trataba de Lorenza Patricia Ramírez Barrera (80 años). El macabro hallazgo no guardaba relación con algún ajuste de cuentas o un secuestro extorsivo, sino que con un pacto que trascendía la muerte.

¿Cómo se encontró el cuerpo?

Un video difundido por la prensa, en el que se ve a un hombre acercarse en su triciclo eléctrico, fue difundido por los medios televisivos e Internet. Pero, este registro fue desechado: se trataba de un recolector que, al aproximarse a la valija, se percató del olor que expelía el objeto.

Sobre lo anterior, el subprefecto Juan Fonseca, jefe de la Brigada de Homicidios Metropolitana, explicó que «él toma esa maleta (…) llega al lugar, la abre, piensa que hay alguna materia orgánica en descomposición, suelta esa maleta y posteriormente ocurren los sucesos de hallazgo».

Agencia Uno.

Horas después, otro hombre manipuló la maleta: tomó una bolsa con sus manos que estaba en el interior, para finalmente dejarla en el lugar y retirarse.

Fue a eso del medio día cuando el conserje del edificio, que colinda en la intersección entre Los Talaveras y Eduardo Castillo, tuvo frente a sus ojos el cadáver en la bolsa y alertó a Carabineros.

¿Cómo dieron con la mujer?

La revisión de cámaras en el sector fue clave para dar con posibles sospechosos. Para ello, se revisaron las grabaciones de distintos hogares con el objetivo de definir una cronología. En la revisión, se dio con una mujer —vestida de negro— que arrastraba una maleta desde que salió de la calle Los Jardines, en dirección a Los Talaveras con Eduardo Castillo.

Con el video en mano, la Policía de Investigaciones fue hasta la casa de la mujer que se identificó como Lorenza Patricia Ramírez Barrera, de 80 años de edad. De acuerdo a Radio Biobío, en el lugar se encontraron guantes, vestimentas y materiales para el traslado de la maleta que llevaba a Erica Alejandra Fernández Mora.

«Se ingresa al domicilio, se levantan evidencias y se logra la ubicación de esta persona adulta, tomando conocimiento que son religiosas», explicó Fonseca. Aunque la identificó como religiosa por su aparente pertenencia a una congregación católica, todo fue descartado con posterioridad.

¿En qué consistía ese pacto?

Según ha trascendido en la prensa y de cuerdo las explicaciones de la PDI, Lorenza Ramírez era cercana a Erica Fernández, de 59 años. Ramirez confesó que acordaron un pacto con esta «persona que fallece hace un año, y la mantienen en el lugar por el cariño que le tenía», explicó la PDI.

Este pacto consistía en que ninguna de las dos se iba a denunciar si fallecían, y así fue durante un año cuando decide dejarla en la calle, por un posible trastorno que ella tendría dada la avanzada edad: «Ella denota que su amiga está en una maleta y quiere darle una sepultura. Es el motivo que indica ella que la deje en la esquina para que se le dé una sepultura digna», señaló el subprefecto Fonseca en un punto de prensa.

Sin embargo, esta cercanía habría ido más allá. Emol consigna, según fuentes, que ambas tenían una relación de pareja que trascendía los primeros antecedentes que lo figuraban como una simple amistad.

Ramírez Barrera había estado casada —desde 1985— con Senén Monares Gómez, quien falleció en septiembre del 2008. De ese matrimonio, nacieron tres hijos. Una de sus hijas estuvo presente en el hogar cuando la PDI fue a buscar a su madre.

No, no eran monjas

Producto del revuelo, se dio a conocer que ninguna de las dos mujeres —tanto Lorenza Ramírez como Erica Fernández— eran religiosas oficiales. Mediante un comunicado, el Arzobispado de Santiago se refirió a la situación:

«La mujer adulta mayor que habita su domicilio particular en Ñuñoa, no es religiosa, ni pertenece a un instituto de vida consagrada de la iglesia católica. Su hija sí es religiosa y vino desde Italia, hace poco tiempo para cuidarla», indicaron.

De acuerdo a la Fiscalía, ambas se conocieron en una parroquia en el que prestaban distintos servicios religiosos. En ese contexto, es que deciden convertirse en «laicas consagradas» y adecuarse a los hábitos azules. Incluso, tenían aspiraciones de abrir una congregación.

Aunque los restos de Erica Fernández están siendo examinados por el Servicio Médico Legal, un cáncer terminal es la probable causa de muerte.

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