Abogado, ex constituyente y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Fernando Atria, en conversación con Fast Check CL, repasa lo que ha sido el tránsito del país por dos procesos constitucionales, las concesiones del progresismo y el futuro que le depara al sector: «Es fundamental que pueda generar un proyecto que interpele al ciudadano hoy, que no sea un conjunto de afirmaciones románticas», declara.
Por Álvaro Marchant
La semana pasada un fuerte remezón se vivió en la Cámara del Senado, debido a la sorpresiva elección de su nuevo presidente, el legislador de Renovación Nacional, José García Ruminot. Sin embargo, la atención no se enfocó en la nueva persona en el cargo, sino en la ruptura del compromiso que existía entre el oficialismo y la oposición.
Paralelamente, el Frente Amplio buscaba concretar la unificación de la izquierda y constituir un partido que aglutine a Convergencia Social y Revolución Democrática. De ser aprobada la unión, pasarían a ser el partido con más afiliados en el país.
En medio de este convulsionado panorama, el abogado y ex constituyente, Fernando Atria, conversa con Fast Check CL en su oficina de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Reflexiona sobre la oposición en estos dos años de gobierno del Presidente Gabriel Boric, las oportunidades y desafíos que conlleva esta nueva alianza de la izquierda chilena.
“Yo veo la política institucional en un estado de guerra fría”
— ¿Cómo tomó la derrota de los dos procesos constituyentes y el posible fin de la discusión de una nueva carta magna?
Efectivamente los resultados de los dos plebiscitos cierran la cuestión constitucional, por ahora. De hecho, yo creo que el proceso constituyente propiamente tal, se cerró el 4 de septiembre de 2022. El segundo proceso fue más bien un esfuerzo de quienes se habían comprometido con el Rechazo para que no significara el fin de la discusión del proceso constitucional y cumplieron su palabra. Pero, ya era claro que no había expectativa de una genuina nueva constitución en el segundo proceso, y por eso no despertó mayor interés ciudadano.
Estamos en una situación de difícil solución, porque Chile es una sociedad fracturada, pero no es solo una fractura, es una sociedad que tiene dos tipos de factura. Por un lado, hay una fractura que a todos quienes siguen la política institucional del día a día, les resulta evidente que es una fractura de izquierda y derecha, que está hoy día en un grado de intensidad que no había estado antes. Yo veo la política institucional en un estado de guerra fría. Es subjetivamente guerra, aun cuando objetivamente no es guerra, porque no hay armas, pero las partes están como si estuvieran en guerra. Y cuando las partes están en guerra ninguna le concede a la otra nada.
Pero esa fractura no es la única ni la más importante. Hay una mucho más importante y más grave, que es un fractura clase política- pueblo. En esa yo creo que la sociedad ve a los políticos, que se sienten en guerra entre ellos mismos, como un grupo que ocupa una posición unificada, que es descrita calificándonos como una clase, la clase política. La sociedad no se ve reflejada en nada en la disputa izquierda- derecha. Yo creo que el proceso constituyente era fundamental para solucionar esta segunda fractura, no la primera.
— ¿Cómo se logra recuperar la confianza de la gente después de dos periodos fallidos y un profundo desinterés de la generalidad de la ciudadanía?
No tengo respuesta a eso. Uno puede decir que las posibilidades de solución se han estrechado considerablemente. Hoy día tenemos muchas menos posibilidades de enfrentar esto a las que teníamos antes.
Y como te digo la fractura de izquierda y derecha es problemática porque es bloqueo recíproco. Sin embargo, la que es mucho más grave es la fractura de la gente y yo no sé cómo se soluciona.
— ¿Cuál es la postura de la “izquierda” acerca del proceso constitucional?
A mí me ha sorprendido el grado en que la izquierda institucional, por así decirlo, los partidos políticos, incluyendo el FA, han aceptado el diagnóstico que hizo la derecha de lo que fue el proceso constituyente, principalmente el primero. En su primera entrevista, el entonces nuevo presidente de Revolución Democrática, dijo que “fallamos en apoyar una constitución maximalista”, asumiendo todo el discurso de la derecha acerca de la convención, cuando la cuestión era, por lo menos, algo más compleja.
“A grandes rasgos, el desempeño del gobierno ha sido adecuado”
— ¿Cómo evalúa la actitud del oficialismo con la oposición, creen que han cedido mucho?
Haría una distinción entre lo que el gobierno ha hecho en las negociaciones, que yo creo que ha tratado de llegar a acuerdos, sin que eso signifique abandonar las ideas fundamentales del programa. O sea, en alguna medida tienen que ser abandonadas, porque las consecuencias de las derrotas que ha sufrido son esas, evidentemente. Pero ha tratado de mantener la idea de que este es un gobierno que tiene una actitud transformadora.
La disposición de muchos de los agentes de la izquierda de concederle a la derecha su diagnóstico de la convención constitucional, su critica a la Ley de Inclusión, eso es algo que a mi me ha sorprendido; como la propia alcaldesa de Quinta Normal, que fue en su momento dirigente del movimiento pingüino, le concede, acepta, lo que a mi juicio es claramente una interpretación oportunista de que el problema de los liceos emblemáticos es la Ley de Inclusión. Yo entiendo que la derecha piense eso, pero que la izquierda conceda eso a mí me parece incomprensible.
— ¿Y a qué vincula la crisis de los liceos emblemáticos?
Ciertamente, no tiene que ver con la ley de inclusión. De hecho, esto se puede probar con hechos obvios, por ejemplo, que la primera generación no seleccionada de los liceos emblemáticos de la Región Metropolitana, dada las fechas en que entro a regir la Ley de Inclusión, la primera generación no seleccionada todavía no egresa. Por lo tanto, todas las pruebas que se han rendido al egresar, son todas pruebas rendidas por generaciones que fueron seleccionadas, entonces decir «mire los resultados han decaído porque los estudiantes no son seleccionados», simplemente no tiene sentido. Así que ciertamente, a mi juicio, es evidente que la crisis no es causada por la Ley de Inclusión.
Esto, por supuesto, no quiere decir que no hay un problema, lo hay. El sistema educacional está diseñado de modo que produce y ha producido durante 30 años una decadencia del sistema de educación pública. Y las medidas que se han tomado, como la Ley de Inclusión y la ley que creó los servicios de educación pública son medidas que, estoy convencido, van en la dirección correcta pero no son mágicas.
— Entonces ¿el sistema de admisión no ha sido el gatillante de la situación de los liceos emblemáticos?
No, yo creo que no hay ninguna conexión. La Ley de Inclusión significó un cambio extraordinariamente importante, tan importante que la derecha sigue combatiéndola.
— ¿Cómo evalúa el desempeño del gobierno en educación, particularmente, en estos dos años?
El gobierno, en general, dada las condiciones en las cuales ha tenido que operar, está cumpliendo con sus responsabilidades. Por supuesto, en algunos casos, hay cosas que funcionan mejor que otras, evidentemente, en todo gobierno pasa eso. A grandes rasgos, el desempeño del gobierno ha sido adecuado.
“Lo que es decisivo, es que el FA logré presentarse ante la sociedad teniendo un proyecto político claro”
— ¿Qué espera de la fusión del Frente Amplio?
La fusión misma es un hecho inédito. Se trata de partidos que, bien inusualmente en la historia de los partidos chilenos, no provienen de escisiones, es decir en el origen de este partido no hay escisiones de partidos ya existentes. Segundo, son partidos que convergen estando en el gobierno, y convergen porque creen que es importante, políticamente, formar un partido más fuerte. Yo creo que eso crea una posibilidad enorme.
Está por verse cómo se desarrolla el partido unificado. En mi opinión, es un proceso de unificación que debe ir acompañado de la discusión sobre el proyecto político de este nuevo partido, que permita una comunicación, también bien inusual para lo que estamos acostumbrados, entre la dirigencia, la base del partido y los intelectuales por así decirlo.
— ¿Cuáles son los pilares que deberían primar, según usted, en esta fusión? Y lo otro, ¿ven esto como una posibilidad de «refrescar» a la izquierda?
Es fundamental para este nuevo partido que el Frente Amplio logré deshacerse de algo que todavía lo marca demasiado. Su definición generacional. Pienso que si el FA no logra sacudirse de esa definición generacional no va a ser el partido de la izquierda chilena para el futuro.
Por eso es importante el aporte que hace, a esa unificación, corrientes que vienen del Partido Socialista que aportan diversidad generacional. Esa es una cuestión fundamental. Y la otra cuestión, es que tiene que darse una organización que no reproduzca lo que hemos estado conversando de la política institucional.
— ¿Cómo se logra desprender de las controversias del pasado, por ejemplo, del Caso Convenios?
No creo que tenga que desprenderse, porque no creo que esté marcado al punto de que sea una cuestión demasiado grave. Hubo, aparentemente, conductas ilícitas, esas conductas han sido investigadas, y la investigación seguirá su curso y llegará a las sanciones que correspondan. En mi opinión lo que es decisivo, es que el FA logré presentarse ante la sociedad teniendo un proyecto político claro, no para avanzar en los intereses de sus miembros.
Es fundamental que el FA pueda generar un proyecto que interpele al ciudadano hoy, que no sea un conjunto de afirmaciones románticas. Que tenga conexión con la historia de la izquierda en Chile, que demuestre al ciudadano que es un proyecto político relevante hoy.
— La rectificación del TPP-11, el estado de excepción en la macro zona sur y el acuerdo entre Codelco y SQM ¿lo ve cómo algo impostergable o piensa que es una derrota para esta generación?
Lo veo como que la política no es reflexión académica, sino que tiene que ver con circunstancias concretas. Lo del TPP-11 vamos a ver cómo se desarrolla. En cuanto a el estado de excepción en la macro zona sur, el juicio sobre si conviene o no es siempre concreto. No hay reglas abstractas para cuando es necesario.
El acuerdo de Codelco y SQM es un buen caso para ilustrar que en la política uno no elige las condiciones en las cuales actúa. Dada las esas circunstancias concretas, pienso que fue un buen acuerdo, o sea, fue un acuerdo que conviene porque permite que el Estado tenga una intervención en la industria del litio que va a ser importante, y permite que lo tenga sin que eso haya significado una serie de otros costos que iban junto con el hecho de que se hubiera realizado de una manera alternativa.
— ¿Cree que, como dijo la ministra Tohá, Chile está mejor que hace dos años atrás?
Chile está en una crisis profunda que se ha sumergido, como consecuencia del hastío constitucional. Hay una crisis de legitimidad institucional que, supongo yo, es claramente visible. No es una crisis que esté, por así decirlo, ebullendo, entonces pareciera que todo está normal, pero no está normal.
En ese contexto, yo creo que el desempeño del gobierno ha sido exitoso, o sea, no exitoso comparado con un país que crece un 7%, pero la pregunta es qué posibilidades hay de crecer un 7% en las condiciones actuales del país. Entonces, que un gobierno no haga crecer al país en un 7% no es algo que uno diga: «mire que incompetente el gobierno». En las condiciones en las que ha tenido que gobernar, creo que el desempeño del gobierno ha sido adecuado y en ese sentido hay razones para tener un juicio positivo durante los primeros dos años.