Editorial: No todo es fake news, no todos hacen fact checking

El llamado que hacemos es a no utilizar el lenguaje del fact checking o periodismo de verificación de datos con fines partisanos, pues los actores -antes mencionados- no son un medio de comunicación que implemente una metodología y asegure ciertos criterios de imparcialidad en lo que publica. Son, en muchos casos, una fuente más a la que consultar. Caer en esto y validar esta práctica, solo puede servir para desinformar a las personas en un momento donde necesitamos con fuerza que periodistas y medios de comunicación puedan verificar de forma independiente y sin presiones.
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El gran debate ciudadano sobre nuestra Carta Fundamental, que comenzó incluso antes de la instalación del órgano redactor del borrador constitucional, ha estado marcado, lamentablemente, por las “noticias falsas” o desinformación en torno al proceso, los actores involucrados y sus contenidos. 

Desde el inicio hemos visto y leído en redes sociales, que se cambiaron los símbolos patrios o que el borrador estuvo listo desde antes del inicio del proceso y financiado por agentes externos. Fast Check hizo un recuento de contenidos verificados sobre el proceso constituyente y dio cuenta que desde marzo 2020 al cierre de la Convención, 4 de julio 2022, se hicieron un total de 85 artículos, de los cuales un 64% fue información calificada como 100% falsa. Si ampliamos la definición y añadimos desinformación con menores niveles de falsedad, esta cifra sube al 80% del total de publicaciones sobre el proceso constituyente.

No obstante lo anterior, hemos visto con preocupación como medio de comunicación de fact checking, que muchos personeros del amplio espectro político chileno y el propio gobierno, han caído en etiquetar de “fake news” información con la que no están de acuerdo o información que está en contraposición a su posición política para la próxima elección de plebiscito nacional de salida.

Como bien lo dice nuestro método y la metodología de cualquier medio serio de fact checking, las opiniones personales no son sujetas a verificación, porque son consideraciones o evaluaciones privadas a las que todos tenemos derecho. Por eso, no todo puede etiquetarse como “fake news”.

Esto es hoy más relevante que antes, ya que, a raíz de la propuesta del nuevo texto constitucional, muchas de las discusiones sobre los artículos y la aplicación de la posible nueva Carta Magna en el país, son materia de opinión o interpretaciones de la misma. Por ende, son inchequeables.

Fast Check, desde el primer día del proceso, tomó la difícil decisión de no verificar los contenidos de la nueva Constitución, hasta que hubiese un texto final, validado, sin más cambios, en el cual poder basarse. Nos parece que esta es la forma correcta de hacer fact checking de cara a un proceso político que en el último tiempo se ha visto polarizado y con un importante nivel de circulación de desinformación.

Es decir, recién desde el pasado 4 de julio empezamos el proceso de mirar cada desinformación sobre los contenidos del texto constitucional, esperando dar respuesta a las preguntas que muchas personas nos hacen día a día. 

Lamentablemente, vemos también con preocupación que muchos actores que participan del debate público, han convertido el lenguaje periodístico del fact checking en una suerte de comodín o sello de calidad, para validar su postura personal u opinión. No todos hacen fact checking, sin embargo, instituciones no especializadas, personeros y el propio gobierno, utilizan el chequeo y sus símbolos, con el supuesto fin de hacer un llamado a informarse mejor, o decir la verdad sobre una temática, en el cual, no hay verdades factuales, sino interpretaciones.

Nuestro medio nunca ha pretendido ser dueño de la verdad, sino, por el contrario, nuestro periodismo es un género que promueve una metodología en base a fuentes abiertas y públicas, en donde cualquier persona, siguiendo nuestros pasos, puede llegar a una conclusión similar. Por ende, nuestra promesa no es ser dueños de la verdad, sino buscarla constantemente y alumbrar aquellos espacios oscuros en donde la falsedad se desarrolla y contamina.

El llamado que hacemos es a no utilizar el lenguaje del fact checking o periodismo de verificación de datos con fines partisanos, pues los actores -antes mencionados- no son un medio de comunicación que implemente una metodología y asegure ciertos criterios de imparcialidad en lo que publica. Son, en muchos casos, una fuente más a la que consultar. Caer en esto y validar esta práctica, solo puede servir para desinformar a las personas en un momento donde necesitamos con fuerza que periodistas y medios de comunicación puedan verificar de forma independiente y sin presiones.

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