Por Fabián Padilla
La mentira en política es algo tan viejo como la política en sí misma. Sin embargo, nunca antes vimos la capacidad de proliferación de algunas mentiras, a tal punto de impedirnos distinguir lo real de lo falso. Ya habíamos escuchado el concepto de post verdad (post true) en atención a elecciones internacionales, donde candidatos hicieron pasar por hechos fácticos, opiniones y juicios sin fundamentos. Pero hoy en Chile, a raíz de las diversas elecciones que el país ha experimentado, se ha instalado con fuerza el concepto de “fake news” o noticias falsas, forma ordinaria para referirse al fenómeno del Trastorno de Información, que este medio combate.
En el marco de las próximas elecciones presidenciales, parlamentarias y CORE 2021, Fast Check CL ha tenido que hacer un esfuerzo enorme para buscar y desmentir la desinformación que emiten los propios candidatos y la que circula en redes sociales sobre ellos mismos. Pero hay un espacio donde se ha desinformado con un impacto altísimo y sin aparente atención de parte de las autoridades del país: la franja electoral 2021 que administra el Consejo Nacional de Televisión (CNTV).
La resolución exenta 936 del CNTV, en su reglamento para la implementación de la franja, sólo destina un pequeño y frugal artículo que define “Responsabilidad por contenidos. Los partidos políticos y los candidatos independientes serán responsables de los contenidos que emitan a través de su correspondiente propaganda electoral”, sin mayor atención al impacto que podría producir emitir información falsa en cadena nacional, todos los días, a una misma hora, durante el tiempo de campaña.
¿Qué responsabilidad asume entonces la Unión Demócrata Independiente en la proliferación de al menos tres mensajes falsos vinculados al trabajo de la Convención Constitucional?
Fast Check CL ha tenido que desmentir —hasta ahora— tres mensajes iguales de las candidatas al senado: Ena Von Baer (25 octubre) y Jacqueline Van Rysselberghe (12 noviembre) y de la candidata a diputada María Ignacia Castro (27 octubre), sobre la idea falsa de que la Convención Constitucional ha propuesto cambiar la bandera, el himno y el nombre del país.
Equivocarse una vez es totalmente factible, una segunda vez también, pero cuando hablamos de tres, cuatro o más veces, estamos en presencia de una estrategia deliberada para desinformar. Eso es lo que ha sucedido con la franja electoral parlamentaria de la UDI, que le ha dicho a sus electores algo que nunca pasó, pero que, sin dudas, les provocará miedo y sospecha hacia la labor que emprenden los y las convencionales constituyentes.
A horas de comenzar el Debate Anatel 2021, la ciudadanía espera que los y la candidata, no sean cómplices de información falsa, la cual hace mucho daño a nuestra democracia. Se intentó levantar un acuerdo común de los comandos presidenciales, para promover un compromiso por escrito de estar disponible para ser fiscalizado por organismos de fact checking independientes y un compromiso a pronunciar datos transparentes y verificables a la ciudadanía. Sin embargo, este acuerdo no prosperó. Esta es una muestra inequívoca de que la mentira es un recurso estratégico del discurso político, pues el costo de suscribir un acuerdo de estas características supone la norma y no una excepcionalidad.
La frase “una mentira repetida mil veces, al final termina siendo verdad” ha sido atribuida al jefe de propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels. Han pasado 76 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, lo que significó —en apariencia—el fin de aquellas estrategias sucias que despertaron lo peor de la humanidad. No obstante, seguimos presos de su vigencia y cualidad perenne, amplificadas más aún con la cámara de eco de las redes sociales y ese único espacio mega masivo llamado franja electoral de televisión.
¿Qué pasa cuando repetimos muchas veces que la Convención Constitucional está proponiendo y discutiendo cambiar el himno, la bandera, incluso el nombre del país? ¿O cuando decimos que se están pagando aguinaldos millonarios para Fiestas Patrias, o se están subiendo el sueldo de forma arbitraria?
Algunas personas de tanto oír y verlo en la TV, de la boca de sus representantes, decidirán creer, sin importar que estas afirmaciones no sean ciertas, ni contrastables. Después se alimentarán de estas verdades alternativas que, con el tiempo, se transforman en verdades oficiales, dependiendo de quién tenga el poder.
Chile no debe dar espacio a campañas planificadas para desinformar, porque el costo puede ser muy alto. La invitación es a no usar los espacios de alto impacto mediático para distribuir campañas de información falsa. Lo mismo corre para el Debate Anatel 2021 de hoy, de igual o mayor masividad que la franja televisiva presidencial y parlamentaria.