¿Sabes porqué se ha vuelto tan controversial el triunfo de Daniel Ortega en Nicaragua? Hoy Fast Check CL te lo explica a través de cinco hechos históricos que marcan el desarrollo de la situación política en el país centroamericano y que ha dado la vuelta al mundo.
Por Paula Altamirano O.
El domingo pasado se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Nicaragua, donde salió electo por cuarta vez consecutiva, Daniel Ortega, el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido político que controla el modelo político del país.
Nicaragua es una nación de América Central ubicada entre el océano Pacífico y el mar Caribe, conocida por sus hermosas playas y paisajes.
Quien gobierna dicho país desde el año 2006 es Daniel Ortega, un político de 75 años que consiguió nuevamente el cargo presidencial con el 74,99% de los votos, según los primeros datos oficiales facilitados el lunes pasado por el Consejo Supremo Electoral (CSE) de Nicaragua.
Esta elección se vio marcada por una carrera prácticamente en solitario de Ortega, ya que siete adversarios existentes, todos de oposición, se encontraban en prisión y otros dos en el exilio, acusados de «traición a la patria».
En ese sentido, políticos de diferentes partes del mundo, como en Estados Unidos, Colombia y Chile, entre otros, han rechazado los resultados de las elecciones, atribuyendo a que lo ocurrido en el proceso electoral confirma la existencia de un régimen autocrático en Nicaragua.
Desde nuestro país, hay quienes han avalado el triunfo de Ortega. Por ejemplo, el Partido Comunista expresó públicamente su apoyo y dijo que el Gobierno cometía un error al no reconocer la victoria. Asimismo, el candidato presidencial de Unión Patriótica, Eduardo Artés, sostuvo que «Lo de Nicaragua ha sido un proceso extraordinario».
1. La Revolución Sandinista
Para llevar a cabo estar nota explicativa, Fast Check CL se comunicó expertos en la materia. María Inés Ruz, Magíster en Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y académica de esa Casa de Estudios, nos explica que para entender el fenómeno más reciente en Nicaragua, es necesario ir al origen: la Revolución Sandinista.
Esta se originó a raíz de la disconformidad de los nicaragüenses producto de la dictadura Anastasio Somoza. Fue entonces en 1979 cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tomó las armas contra el régimen.
Al respecto, María Inés Ruz explica: «El FSLN logró una amplia alianza entre muchos sectores. Cuando triunfó la revolución tenían apoyo y consenso nacional, y formaron una junta de gobierno de reconstrucción nacional. Este tenía un énfasis distinto: reivindicar el pluralismo político, fuera de un alineamiento internacional».
El líder de esa junta de gobierno fue Daniel Ortega. «En aquella época hubo mayor acceso a la educación, control gubernamental de los recursos naturales, se inició un proceso de reforma agraria, de redistribución de las riquezas. Fueron cambios que tenían un gran consenso social», sostiene Ruz.
Al mismo tiempo, mientras de desarrollaba el gobierno del FSLN, en Estados Unidos comenzaron a aparecer movimientos antirrevolucionarios, los cuales tuvieron incidencia en Nicaragua: «Se vivió una guerra interna entre la revolución y “la contra” (contrarrevolución), la cual contaba con el apoyo de EE.UU, que se jugaba su rol en la zona», señala la académica.
2. La instalación del neoliberalismo
A pesar del aparente apoyo que tuvo el FSLN, en 1990 cambió rotundamente el panorama. Ese año Ortega perdió las elecciones presidenciales ante Violeta Chamorro, quien se convertiría en la primera mujer en el continente americano en ser electa al cargo de presidente de la República.
Con la llegada de Chamorro se inicia un periodo de gobierno democrático pero con un programa distinto al conducido hasta ese momento. Esta nueva gestión fue influenciada por el Consenso de Washington: «Que es lo que ya se había instalado en Chile, pero bajo con represión brutal: el modelo neoliberal, es decir, la apertura del comercio internacional, y la privatización de los servicios y derechos, como la salud y la educación», ilustra Ruz.
3. El triunfo de Ortega
Tiempo después era el turno del retorno del FSLN, el cual para el año 2006 aún tenía popularidad y apoyo de la población nicaragüense. Así, Ortega gana las elecciones de ese año, esta vez con una idea diferente según la experta: «A esa altura una puede suponer que (Ortega) hizo una lectura a su derrota electoral pasada y la lectura fue: no puedo perder otra elección».
Los favores y las reformas
Para poder llegar al puesto, Ortega debió crear alianzas con otros políticos. Uno de ellos fue Arnoldo Alemán, del partido liberal y quien había sido Presidente de la nación entre 1997 y 2002, y que, posteriormente, fue condenado por el delito de corrupción.
«Ortega le ofreció un pacto de ayuda mutua a Alemán que estaba preso en ese momento por corrupción. Esto contempló que se llevaran a acabo algunas reformas, entre ellas: la reforma de la institución electoral que permitió suspender algunos de los límites que tenían los mandatarios para ser electos. Con eso se logro que ellos ganaran la mayoría de los escaños en las elecciones legislativas», describe la académica. De esta forma, comenzaron a lograr controlar más ampliamente los otros poderes del Estado: legislativo y judicial.
Asimismo, se eliminaron restricciones para que los presidentes salgan electos, por ejemplo «antes se necesitaba del 35% votos para no ir a segunda vuelta, eso se eliminó para ahorrarse el desgaste natural de las periodos», dice Ruz.
La ruptura interna del Frente
Antes de que Ortega salieron electo en 2006, dentro del FSLN comenzaron a haber transformaciones importantes que no a toda la militancia le gustó. «No había crítica interna. Muchos revolucionarios del Frente se empezaron a alejar, o derechamente fueron marginados, debido a esa a ausencia de crítica», sentencia la experta.
Y agrega: «De esta manera, se produce una “fidelidad de una militancia sin ningún espíritu crítico”». Fue así que en 1995 militantes históricos del Frente crearon el Movimiento de Renovación Sandinista (actual Unión Democrática Renovadora). «Este Movimiento luego intentó postular contra Ortega, pero este ya había centralizado todo el poder y no tuvieron chance de adentrarse en la administración del país», sostiene.
4. Las protestas de 2018
En abril de 2018 ocurre un hito importante: se producen una serie de protestas sociales a raíz de dos reformas que impulsó el gobierno de Ortega: la reforma previsional y la reforma tributaria (la cual le subía impuestos a las empresas).
Además, a lo anterior se sumó el descontento del sector campesino debido al proyecto de construcción del Canal de Nicaragua, construcción que pretendía unir el océano Atlántico con el Pacífico, y que expropió propiedades y territorios de muchos pobladores. Por ello, se organizaron e iniciaron una protesta.
Adicionalmente, se adhirió el movimiento estudiantil y otros sectores de las población. Toda esta masa unida, en abril de 2018, se vio enfrentada a una gran represión de parte del Estado, donde resultaron cientos de personas muertas y heridas.
Esta misma represión se agudizó en mayo del presente este año cuando comenzaron a detener a los dirigentes opositores del gobierno de Daniel Ortega. Tales arrestos se dieron siempre desde una configuración legal: en 2010 se creó una ley donde se configura un delito que le permite al gobierno sancionar cualquier idea contra la soberanía nacional, la Ley De Defensa De Los Derechos Del Pueblo A La Independencia, La Soberanía Y Autodeterminación Para La Paz.
5. La última elección
Para esta última elección ya es sabido que los opositores de Ortega estaban arrestados, en exilio o inhabilitados, por lo que no podían llevar a cabo sus candidaturas como tal. Ante ello, el doctor en Estudios Americanos y académico de la Universidad de Santiago, Pablo Lacoste, expresa:
«Lo ocurrido aquí perjudica mucho a la izquierda, porque se trata de un gobierno de izquierda que ganó de forma democrática pero que una vez en el poder comenzó a cambiar las reglas y modificar la Constitución de forma que pudiera perpetuarse en el poder».
Y añade: «Empieza a desaparecer la competencia libre, y se perjudica la legitimidad del gobierno y los procesos democráticos. Ellos literalmente se apropiaron de la soberanía popular porque saben que tienen el control».
En cuanto a Ortega, además el académico sostiene: «Daniel Ortega tiene una actitud de un dictador de derecha pero que dice ser de izquierda, es una anomalía. Esto solo va a complicar más la situación de América Latina en terminas políticos, económico y sociales».
La importancia de la construcción del relato
Por último, la experta María Inés Ruz, se refiere a la importancia de entender que esta situación se basa en la construcción de un relato, es decir, en la normalización de ciertas prácticas que ha adoptado el gobierno del FSLN.
«Todo el mundo ya sabe que hay faltas a la libertad en esta historia pero el hecho de afirmar que todo está en regla, que están respetando la Constitución y las las leyes crea un relato legal, legítimo. En ese sentido, hay que admitir que desde la izquierda se habla de un proceso democrático pero en realidad todo se basa en un relato construido, y hay una falta de audacia en sector por reconocer aquello», termina la académica.