Los edificios hiperdensos, denominados “guetos verticales”, de la comuna de Estación Central siguen generando debate hasta el día de hoy, a pesar de la amplia cobertura que ha tenido con los años. El Equipo de Fast Check CL revisó los antecedentes, los actores involucrados y las principales problemáticas que rodean a quienes habitan estas viviendas, para comprender varias aristas del mismo tema.
Por Paula Altamirano O.
Los edificios “hiperdensos” de la comuna de Estación Central han dado de qué hablar durante años. El incremento de estas construcciones no ha pasado desapercibido y ha sido a acompañado de grandes críticas hacia las autoridades que están detrás de eso.
Lo que en un inicio fue una señal de progreso y una buena medida frente al crecimiento de la población en la ciudad, se convirtió en una cuestión fuera de control que se aumentó rápidamente con el pasar de los años. La década del 2000 presenció la transformación de Estación Central hacia una comuna sobrepoblada de mega torres residenciales y crecimiento vertical.
El actual ministro del Interior, Rodrigo Delgado, fue alcalde de la comuna durante tres periodos, desde el 2008 al 2020. Se ha visto interpelado durante 12 años, debido a los cuestionamientos hacia su gobierno municipal por la permisividad frente a la construcción de los súper edificios.
El inicio de la polémica sobre las mega construcciones
En el año 2017 el concepto de “guetos verticales” se instaló en el lenguaje colectivo de la capital, cuando el Intendente de la Región Metropolitana de ese entonces, Claudio Orrego (2014-2018) lo utilizó para referirse a las construcciones de gran altura en medio de Estación Central.
Orrego (DC) criticó la realización de ese tipo de viviendas y habló de una “ilegalidad urbana” frente a edificaciones que no respetan las normas medioambientales.
En ese sentido, se generó una polémica pública puesto que las personas que habitaban en dichos hogares denunciaron haberse sentido estigmatizadas por las declaraciones de Orrego, al referirse a sus edificios como “guetos verticales”.
A partir de entonces, estas viviendas no han dejado de dar que hablar. Tanto así que en el año 2018 la Contraloría General de la República ordenó paralizar la construcción de los “guetos” tras un requerimiento presentado por el Estudio Jurídico Osorio Vargas.
Tiempo después, la inmobiliaria Dalmacia interpuso un reclamo de ilegalidad en contra de la Municipalidad de Estación Central, contra el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la Contraloría General de la República.
Tal reclamo se trató de un recurso de casación presentado a la Corte Suprema, que fue rechazado por la misma en octubre pasado y que anteriormente ya había sido declinado por la Corte de Apelaciones.
En el documento Dalmacia rechazaba el dictamen 27.918/2018 de la Contraloría que ratificaba el criterio del DDU 313 del Ministerio de Vivienda, que le ordena a la Municipalidad que iniciara el procedimiento de invalidación.
El rechazo del recurso provocó que por ahora la construcción de nuevas mega torres o “guetos verticales” esté paralizada y vislumbrada como ilegal, debido a la magnitud y falta de planificación y consideración de impactos en la producción de estos.
¿Qué es un “gueto vertical”?
Departamentos con 17 metros cuadrados tienen algunos edificios ubicados en Estación Central. Una cocina, un baño, un living-comedor, un dormitorio. Todo lo anterior en microespacios, que tienen un mejor precio de mercado, pero que obligan a que las familias se adapten, en condiciones que ponen a prueba las formas de vida, intimidad, amor, familia entre otros aspectos tan importantes para la realización personal.
Alberto Texido, arquitecto y académico de la Universidad de Chile y PhD en Arquitectura, explica ejemplificando: “Una vivienda social con dos dormitorios, a veces tres, está llegando hoy en día a los 50 metros cuadrados. Es decir, con 17 metros estamos hablando de una lugar tipo estudio, con espacios compartidos”.
Se trata de construcciones de más de 20 pisos de altura, con unos 50 departamentos por piso, en los que “a veces no vive sola 1 persona, sino 2, 3, 4, 5 en un mismo departamento, lo cual empieza a genera inseguridad entre los habitantes, problemas con los gastos comunes, hacinamiento y mala convivencia y calidad de vida, en general”, sostiene Texido.
La regulación detrás de las edificaciones
La construcción de los “guetos verticales” va de acuerdo a normativas que han permitido que dichos asentamientos estén dentro de la ley y se hayan podido replicar sin medida.
Para estos casos, la normativa imperante es el plan regulador comunal, es decir, el documento que tipifica las normas en cuanto a la construcción y urbanismo de la comuna.
Estación Central no ha resuelto un plan regular por lo que “cuando no existe un instrumento de planificación (el plan regulador) se aplica un norma genérica llamada Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones“, explica el doctor en arquitectura, Carlos Muñoz, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Entonces, Estación Central al no contar con un plan regulador se debe regir “desde la perspectiva más general: la intercomunal, que vendría siendo el Plan Regulador Metropolitano, de características muy generales, ya que regula más bien las arterias principales y las periferias pero no el interior de las comunas”, aclara el doctor en arquitectura.
De esta forma al regirse por este plan, existían ciertos resquicios legales que se utilizaron e interpretaron de mala forma —en cuanto a la altura, densidad, espacio, etc.— entre los actores involucrados y pudieron dar espacio a la construcción desmesurada de los edificios hiperdensos de población.
En ese sentido, para el levantamiento de ellos “hay una especie de acuerdo tácito entre un inversionista, una norma y un diseñador (arquitecto), es decir, se trata de una interacción entre el mundo económico, el mundo normativo y el técnico”, expone Alberto Texido.
Contraste de comunas
Los grandes edificios no solo se aprecian en Estación Central, sino también en otras comunas cercanas al centro de Santiago. Un ejemplo de ello lo Ilustre Municipalidad de Providencia, donde la cantidad de edificios es abundante pero la realidad que viven quienes los habitan es muy distinta a la de Estación Central.
¿Por qué? “Providencia es una comuna muy bien planificada en cuanto a calidad de vida y a buscar el bien común. Tiene un buen plan regulador, y está en el eje Alameda, al igual que Estación Central”, comenta el doctor en arquitectura, Carlos Muñoz.
Cuestiones como el ancho de calles y jardines, la línea de edificación, la altura máxima, el adosamiento, la creación de áreas verdes, entre otras cosas son las que regula de buena forma Providencia y las que le hacen falta a Estación Central.
Problemas asociados a los edificios hiperdensos
Estación Central al contar con una norma más genérica (la intercomunal), por la ausencia del plan regulador, logra detectar menos detalles esenciales para entregar una buena calidad de vida a las personas que habitan los departamentos, generando el municipio un comportamiento permisivo para la construcción sin prever los impactos posibles en las personas.
Las problemáticas que se originan son múltiples:
- El colapso del sistema de alcantarillado.
- La altura excesiva y la sombra permanente, quitando el derecho a sol y aire fresco.
- Evacuación insegura en caso de emergencia (por la altura, número de ascensores, etc.).
- Pocos metros cuadrados para vivir.
- Hacinamiento.
- Congestión de vehículos en el sector.
- Falta de áreas verdes y espacios públicos de distensión.
- Problemas sanitarios (vislumbrados fuertemente con la pandemia del Covid-19).
Los efectos en la calidad de vida
Lo anterior provoca diferentes conflictos medioambientales que derivan en problemáticas sociales, económicas y de salud para quienes viven y rodean estas construcciones.
Kay Bergamini, académico del Instituto de Estudios Urbanos de la UC cuenta: “Hemos conversado con gente que pobla estas viviendas y han destacado que las deficiencias más notorias están en la saturación del sistema de alcantarillado. La matriz no da abasto para la cantidad de familias que habitan el lugar”.
Y agrega: “una matriz sirve para 10 casas, 40 personas, y en un ‘gueto vertical’ la densidad es mucho mayor y el volumen de la matriz no da. Hay un colapso que puede terminar en problemas o filtraciones de aguas servidas”.
Sobre eso, el Médico Cirujano y Médico general de Zona del Servicio de Salud Metropolitano Occidente, Néstor Oyarzo, enuncia que “las aguas servidas por su alto contenido de desechos y productos en descomposición acarrean muchos microoganismos que pueden generar diarrea, colitis, disentería, parasitosis, etc.”, aludiendo a la gravedad del asunto.
Asimismo “algunas de ellas (infecciones) pueden incluso ser mortales, como la infección por virus hepatitis A o poliomielitis, sobre todo para los grupos de riesgo (adulto mayor, lactantes, inmunocomprometidos, etc.) puesto que sus defensas son menores”, sentencia el médico.
Falta de vitamina D
Kay Bergamini enfatiza en que el paisaje se ve afectado de manera importante: “Hay una poca disponibilidad de luz en sectores inferiores de los edificios. Tampoco hay acceso al espacio público ni a áreas verdes, porque no están planificados así los edificios. Solo los levantaron y ya, no se pensó en que se necesitaba para que fueran viviendas dignas”.
Con respecto a esto, el doctor Oyarzo sostiene que “vivir en guetos, sobre todo en tiempo de pandemia es sinónimo de menor exposición solar, no solo por no salir, sino por la cantidad de luz a la que exponen su piel diariamente por todas las paredes que se interponen para ello”.
Lo cual puede generar un déficit de vitamina D, un componente esencial para funcionamiento normal del cuerpo y la mente. “Respecto a lo que esto puede generar en nuestro salud es variable. La mayoría de los pacientes con deficiencia de vitamina D son asintomáticos, pero cuando la deficiencia es mayor y prolongada, esto se traduce en alteraciones en la absorción del calcio y fósforo, lo que nos lleva a problemas principalmente óseos, como su desmineralización, osteomalacia, mayor propensión a fracturas, etc.”, ilustra Oyarzo.
Otros problemas
Por otro lado, la construcción de tales torres provoca otros efectos contaminantes como el ruido excesivo y la acumulación de polvo.
Además, existe la contaminación intradomociliaria, aquella que tiene que ver con la contaminación que se produce en el interior de una vivienda a raíz del funcionamiento de la misma.
Para ella se toman en cuenta las emanaciones, es decir, los gases o material particulado del sistema de calefacción. “En el caso de los mega edificios, estos por lo general tienen sistema eléctrico para evitar generar este tipo de emanación”, aclara el académico de la UC.
No obstante, igualmente se ven problemáticas domésticas internas que afectan a otros vecinos como lo son la caída y acumulación de basura y desperdicios.
Por último, otros factores como la contaminación visual y acústica también son conflictos que entran en la discusión, pero que varían según la percepción de cada persona, explica Bergamini.
El factor humano
El trato que se le ha dado a este tema ha generado que miles de personas que habitan estas viviendas se sientan discriminadas y estigmatizadas, ya que sus hogares han sido cuestionados y tildados de paupérrimos para un buen estándar de vida.
La realidad es que muchas de las familias que han decidido comprar o arrendar en estas viviendas lo hace por la ubicación céntrica y así evitar largos traslados hacia sus trabajos o casas de estudio. Aún así existe un juicio hacia quienes lo hacen, a pesar del debate se ha levantado al respecto.
“Muchas personas se han esforzado por llegar ahí. Es el sueño de la casa propia. No es tan simple como llegar y decir ¿por qué la gente sigue comprando? Hay planificaciones detrás de sus decisiones y son válidas”, expresa Bergamini
¿A quién le conviene que existan este tipo de edificios?
Así, la denominación de “guetos verticales” se instaló de manera tal que Estación Central se ha vuelto una “atracción” digna de ser estudiada y analizada. ¿Y qué dicen las conclusiones?
Los tres expertos en arquitectura y urbanismo citados en esta nota apuntan a lo mismo: se ha abusado de la norma en busca de un beneficio monetario propio, tanto de las inmobiliarias como la Municipalidad de Estación Central.
El valor del metro cuadrado en la Estación se disparó y las constructoras hallaron un nicho para llenarse los bolsillos. Y el Municipio por su parte no hizo nada para detenerlo. “Se trata de responsabilidades mutuas entre el sector privado y público”, dice Bergamini.
Alberto Texido por su parte, emplaza a las y los arquitectos que acceden a diseñar estos edificios: “¿Vivirían ellos ahí? Esa es la pregunta que yo siempre me hago. Uno como profesional debe hacer las viviendas pensando en quién las usaría, en cómo sería vivir ahí. Eso aquí no ocurre. Todo es cuestión de dinero”.
“Hay que preguntarse ¿a quién le conviene que esto se haga así y que existan este tipo de edificios? Es un tema delicado, del que la Municipalidad ha sacado provecho y no se ha hecho cargo. Sin embargo, teóricamente tiene solución, a largo plazo obviamente, haciendo un buen plan regulador y subsanando las problemáticas actuales. Es un escenario optimista pensarlo, pero se puede si se empieza a pensar en la gente y no en la plata”, cierra Texido.
De esta forma y en conclusión se puede apreciar que hay una seguidilla de factores que entran en el tema, los impactos en la vida de la gente son los más notorios y lo más preocupantes.
Sin embargo, la vinculación entre la municipio y privados que decanta en la mala utilización del instrumento público genera una alarma sobre la transparencia y la consciencia al realizar estos proyectos y por lo mismo, se vislumbra una urgencia por un ente fiscalizador más sagaz y preventivo.
Todos los contenidos publicados por Fast Check CL son de propiedad de Tlön Comunicaciones SpA y no pueden ser reproducidos sin expresa autorización.